Neoliberal no es sinónimo de empresario


El neoliberalismo se apropió de todos los conceptos relacionados con empresas emprendedores y negocios, pero en perspectiva por sus miles de años de origen de esta actividad, la usurpación es momentánea y quizás poco significativa, aunque hoy nos parezca dominante.

¿En que consiste esta incautación?

En concreto: si eres emprendedor y quieres estar en la punta de tecnología, la opción de pensamiento que da lógica y sistematización a tus haceres es el de la rentabilidad.

Y aunque esta regla es verdadera, no es absoluta. La rentabilidad es indispensable para la supervivencia en las empresas, pero nunca ha sido el único parámetro de decisión, incluso hay momento en que se sacrifica la rentabilidad para responder a necesidades que emergen de la misión y no de solo de la competitividad.

Si sólo se tiene como criterio único la rentabilidad, lo demás no sería importante, aun cuando sabemos que las mejores empresas son las que se comprometen con la satisfacción de sus clientes, la calidad de sus productos o servicios y por consecuencia será rentable.

Esta fina diferencia lo cambia todo. Hay empresas y empresarios que son una leyenda por los productos y servicios que ofrecen, principalmente en el rango de los productos premier: Mercedes Benz, Channel, Cartier, Ferrari, entre muchos más. No son gigantes mundiales, pero son consideradas como las mejores marcas del mundo en su género.

En contraste están las empresas que cambian su esencia por la presión de rentabilidad a corto plazo de sus accionistas. Algunas empresas que se hacen públicas en EUA, por ejemplo, sufren este cambio, abandonan su pasión empresarial a cambio de la rentabilidad, sin importar que defrauden o decepciones a sus clientes como Facebook, Google o Apple. La vida de Steve Jobs es un buen ejemplo de como funciona en la realidad institucional esta visión cortoplacista del neoliberalismo.

Cuando internet empezaba a penetrar en México por ejemplo, en la revista (RED, especializada en TIC) que dirigía, hicimos una reunión con pequeñas empresas proveedoras de acceso a internet (ISP), la mayoría comandadas por empresarios formados en universidades de élite norteamericanas. Su visión era decepcionante, a ninguno le interesaba realmente ofrecer a los mexicanos acceso a internet, lo único que buscaban era preparar su empresa para ser adquirida por un gigante, porque eso habían aprendido en esas universidades de élite, como ganar dinero más rápidamente, sin una verdadera visión empresarial o una misión de vida.

Pero la realidad no es absoluta. Hay empresarios que creen ser neoliberales pero que en la práctica están trascendiendo este pensamiento al defender con pasión su empresa o su idea más allá de la rentabilidad del momento. También los hay los que están apasionados por la calidad de sus productos o servicios aunque el margen sea menor. Y esto no lo hacen sólo por ser más competitivos, sino por la pasión de lo que les gusta hacer.

La diferencia es sutil y polémica, pero existe. Y este hecho es la mejor evidencia de que el espíritu emprendedor que nació con el homo habilis antes de la llegada del hombre moderno sobrevivirá al neoliberalismo.



Debido a que los sistemas de producción y sus ideologías no son nunca homogéneos hay en la actualidad empresas y empresarios preneoliberales, neoliberales, posneoliberales y otros totalmente ajenos a esta visiones que nunca las han conocido en su vida.

La ideología neoliberal está terriblemente impregnada en nuestros pensamientos, pero no es un bloque homogéneo. Tienen fisuras evidentes y éstas irán creciendo hasta resquebrajar el sistema y dar paso a otras visiones ideológicas que ahora están en proceso de gestación.

Y desde esta perspectiva nosotros, como individuos, tenemos la oportunidad de dar dirección a estas nuevas visiones ideológicas, porque los modelos de pensamiento los hacemos las personas, no los dioses, ni élites que pretenden definir el futuro de la humanidad en sitios sagrados e inaccesibles.

En la medida en que hagamos conciencia que el cambio está llegando con la 4RI (Cuarta Revolución Industrial) estaremos mejor preparados para crear nuestra propia visión del futuro y no aceptar otros modelos de pensamiento que responden a interés ajenos a los nuestros.

Es momento de repensar todo: desde nuestro quehacer personal, visión del “trabajo” y del tiempo hasta conceptos como utopía, modernidad y futuro, todo esto también desde los sillones de la dirección de muchas empresas, especialmente las que se han visto limitadas por una visión tan asfixiante como la neoliberal. 

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