En la década de los setenta un argentino llegó a México huyendo de los acontecimientos políticos que más tarde desencadenarían en el régimen golpista de Jorge Rafael Videla.
Arribó como profesor de comunicación de la, en ese entonces, ENEP Acatlán y también en la UAM Azcapotzalco. Fue mi profesor -y posteriormente por unos meses compañero de trabajo en una de estas universidades, si se le puede decir compañero en donde hay un rol de maestro-aprendiz-.
Cuando le pregunté sobre la situación política de Argentina,
me contestó que en realidad no había mucho que comentar, que venía de Mendoza,
una ciudad cercana a Chile, en donde no había ocurrido nada al momento en que
partió, pero que había preferido salir de ahí pues temió que la situación se
tornara más difícil, un presentimiento que el tiempo le dio la razón.
Pero su poco interés por hablar de política se compensó por
un conocimiento sin igual sobre teoría de la comunicación y análisis del
discurso que revolucionó el conocimiento y significó una importante influencia
en varias generaciones de estudiantes a pesar de que su estancia en México fue
relativamente corta.
Todas sus obras fueron vitales para mí, pero en especial su
libro Discurso Autoritario y Comunicación Alternativa ha significado la base no
sólo de mi pensamiento sino también de mi práctica profesional. Mi tesis
profesional que realicé, en conjunto con mi entrañable compañero Crisóforo
Amézaga, se tituló “El mensaje Alternativo”, más tarde en mi vida profesional
dirigí diversas publicaciones y una revista bajo ese enfoque teórico, hasta que
terminé por crear este blog hace 13 años bajo el titulo MercadotecniaAlternativa.
Aún hasta la fecha
tengo el sentimiento de que he seguido este concepto básico de comunicación,
pues me ayuda a comprender lo que ocurre en un contexto como el actual en donde
hay una infinita variedad de discursos que son fáciles de identificar y dejan
de ser caóticos bajo esta estructura teórica.
Su nombre es Daniel Prieto Castillo y lo anterior es sólo
una anécdota sin importancia comparada con lo que ha significado su obra, que
la historia tardará en reconocer, si es que lo llega a hacer; pues es un
intelectual que no pertenece al discurso dominante, el cual suele consagrar a
sus intelectuales e ignorar las contribuciones de otros científicos, por
valiosas que éstas sean.
Por supuesto influyó
en más personas, especialmente en las universidades en donde dio clase como la
UAM Azcapotzalco y el ILCE.
Para Daniel había que comprender que la comunicación social
tenía una intención, no necesariamente expresa, que determinaba tanto las
características del mensaje como el proceso mismo de comunicación:
“Dado que en todo acto de comunicación, del lado del emisor, ha siempre una determinada intención, llamamos al papel que cumple el emisor en el proceso, función de intencionalidad. En términos generales podemos afirmar que no hay ningún mensaje inocente, que todos son intencionales”.*
Prieto distingue seis tipos de intencionalidades:
propagandística, mercantil, educativa, estética, científica y lúdica.
Obviamente las que inunda la comunicación en la sociedad es la propagandística
y la mercantil.
Si se quiere comprender un proceso de comunicación social es
importante identificar la intencionalidad que propició que el proceso
ocurriera.
En la práctica muchos mensajes llegan, a nosotros como perceptores,
como lúdicos, estéticos, educativos e incluso científicos, pero si se analiza
el discurso se podría identificar que tienen una intención propagandística o
comercial.
En estos casos la intencionalidad real de emisor que promueve el
proceso de comunicación es determinante, mientras que su investidura, lenguaje
o narrativa sean dominantes, es decir dominan el proceso de comunicación, pero
en el fondo tienen un objetivo tácito.
En el otro lado de la moneda hay ventajas en esto. Una de
ellas es que en ninguna sociedad existe un solo discurso o mejor dicho una sola
visión del mundo que se exprese en la comunicación social. Las sociedades son
plurales y están formadas por grupos sociales con diferentes modos de ver la
realidad, que en unos aspectos coinciden con el resto o con el grupo social en
el poder, pero en otros casos no.
Esta pluralidad de grupos permite la existencia
de diferentes tipos de comunicación social, lo que abre el paso al concepto de
discurso dominante -que es el que pertenece al grupo social en el poder- y
discursos alternativos.
Al final de cuentas en comunicación social no se trata más
que una lucha de visiones del mundo, de concepciones de la realidad. La
dominante tratará de imponer la suya para legitimar y mantenerse en el poder y
las alternativas harán lo suyo para convertirse, eventualmente en dominantes y
cambiar su rol en la intencionalidad del mensaje, en la estructura del discurso
y, al fin de cuentas, en la imposición de su propia ideología.
Todo esto lo recordé porque ahora en el tiempo del análisis
del discurso basado en tecnologías de información y la explotación del Big Data
y con la participación de diferentes investigadores (de diferentes disciplinas
y de talla mundial) se confirma la teoría de la intencionalidad de Daniel
Prieto, sin que ellos, por supuesto, lo sepan.
Los discursos son un
sistema de redes de palabras -dice Carlos Páez- que no se construyen al azar y
en donde hay muy pocas palabras que juegan un papel determinante el en
discurso. El ejemplo más ilustrador es el discurso de Martin Luther King “I
have a dream” en donde 3 palabras determinan un discurso de 10 mil palabras. “Hoy
podemos asegurar que en discurso siempre encontraremos palabras que son
centrales” explica director de Mesura que es quien participa con Carmen
Aristegui en este vídeo.
Los investigadores que menciona Páez en el vídeo son de
relevancia mundial, sus investigaciones arrojan luz no sólo al concepto de
redes desde el punto de vista científico, de la física y de la sociedad,
también ayudan a comprender como se está reestructurando los procesos de
comunicación social gracias a la llegada de las tecnologías de información, los
sitios que interacción social como Facebook y su impacto en la sociedad.
Me queda claro que la explicación que se da en este video
puede ser diferente. Paez en este artículo relata como diferentes redes de todo
tipo (como las químicas, las de distribución de agua, las carreteras y las
sociales) se conectan entre sí a través de unos cuantos nodos que se les define
como hubs (concentradores), es decir que este orden de la comunicación va más
allá de la intención humana.
Esta visión pone énfasis en la forma en cómo se organizan
las redes, una y otra vez en diferentes ambientes, lugares, objetos y circunstancias.
Incluso gráficamente son similares a las redes neuronales del cerebro o las
luces e las constelaciones.
Desde este enfoque pareciera que pierde importancia de la
intencionalidad, en la comunicación social, de los diferentes grupos sociales
que quieren imponer a otros su visión de la realidad. Pero desde mi punto de
vista lejos de restarle importancia le da una nueva dimensión.
Está claro que si el fenómeno en la comunicación social es
similar a las redes físicas que las mismas redes crean y que no tienen color
ideológico, entonces la visión del mundo que quieren imponer no tiene mucha
importancia en sí misma. Sea la visión que sea, una visión del mundo se
impondrá a otra, sin importar su contenido, porque es un proceso natural.
Y reconocer esta “naturalidad” de la intencionaliad es un otro
avance importante. Por años hemos leído y afirmado que hay dictaduras “malas”
que imponen sus reglas a los otros. También hay una creencia implícita de que
si es popular, mayoritario o revolucionario es “bueno” para la sociedad. Pero
hay evidencias de que la mayoría se equivoca a menudo, principalmente cuando un
discurso se vuelve exitoso.
Esta perspectiva nos ha limitado la visión del fenómeno de
comunicación. Sean “buenas” o malas” las formas de comunicación dominantes y
las alternativas, no es relevante, porque el proceso será igual, ya que
obedecen las reglas naturales del crecimiento orgánico y no a un plan
maquiavélicamente diseñado como en ocasiones solemos sospechar.
Incluso el esquema
clásico de entendimiento de la política entre izquierdas y derechas se hace
evidente su sinsentido. Es una clasificación arcaica que tuvo su origen en los
regímenes monárquicos que interpretaba el papel de los personajes que se
sentaban a la derecha o izquierda del rey. La derecha apoyaba el régimen, la
izquierda lo quería cambiar.
Esta clasificación se viene abajo con la teoría de redes, no
hay izquierdas ni derechas, solo un proceso que crea hubs que concentran la
comunicación porque así es su propia estructura, no es ni siquiera que sean las
más eficientes o adecuadas, simplemente son el medio frecuente de concentración
de información, lo que por sí mismo les da fuerza y presencia.
Comprender esto nos permitirá ver con mayor claridad la
comunicación social, la política y nuestro futuro y como entender el concepto
de democracia y el actual fenómeno de las noticias falsas y el polémico
concepto de verdades alternativas.
Comentarios