El ser
humano llaga al mundo como un individio inacabado pero con la capacidad de completarse a través de la construcción de sí mismo, haciendo uso de toas sus capacidades para adquirir conocimiento para crearse un rostro moral y ético.
Al igual
que el corazón es el motor del cuerpo que llevan vida a todos sus rincones, la
cultura es el motor de los pueblos que llevan esencia vital a la sociedad.
Un ser
humano culto es, por lo tanto, una mujer o un hombre que ha hecho el esfuerzo
por construir en sí mismo una manera de ser que vitaliza, fortalece y dignifica
a su pueblo.
Los
conceptos anteriores es lo que he alcanzado a entender de lo que significa
cultura y conocimiento en las culturas del Anáhuac en un interesante texto que
me envió el algoritmo de Facebook para mostrarme una página que se llama
Tlamatiliztli.
Pero no es
la primera referencia que tengo de este modo de ver el mundo de los anahuacas,
ya el mismo Carlos Castaneda nos había dicho sobre las enseñanzas de Juan Matus
quien afirma que “aquél que sigue el camino del corazón nunca se equivoca”, por
mencionar sólo la más conocida.
Pero hay
muchos retos que salvar para al menos ver un poco de luz en esta información.
La más importante es que no podemos hacer uso de las palabras como se entienden
en el mundo occidental.
De hecho, usamos una lengua extraña para ese conocimiento. Por ejemplo, en este
caso la palabra seguir el camino del corazón no se trata de seguir lo que tus
sentimientos dicten sino de usar el conocimiento de tu pueblo, los valores de
este para no equivocarte.
Investigadores
no académicos de la cultura de Anáhuac ponen en duda el concepto religioso de
las deidades que se han encontrado en centros ceremoniales. Es posible que para
ellos no simbolicen dioses, ni deidades, sino valores. Así por ejemplo Huitzilopochtli
representa la fuerza de voluntad o Quetzalcóatl es la fusión de la tierra con
el cielo, de lo terrenal con lo celestial, palabra esta última que no tiene por
qué entenderse como el lugar en el que habitan lo divinos, sino posiblemente
como el lugar al que puede llegar el espíritu, nuestra esencia, nuestra
autoconstrucción.
Es posible
que con estas afirmaciones no quede bien ni con unos ni con otros, ni con
nadie. Quizás he cometido muchas fallas de interpretación, pero aun así me
atrevo a pensarlo porque son enseñanzas que me alejan del concepto
eurocentrista de la humanidad
La visión del mundo occidental
En este
contexto que lejano queda el concepto de cultura que aprendí en la universidad,
cuya definición más concreta es la que afirma que es “todo aquello que el
hombre hace”.
Para ese
mundo eurocentrista que -nos llegó como una imposición- la cultura tiene que
ver con el hacer, muy acorde con la visión materialista que desde esta
perspectiva tiene orígenes remotos. Si importar si hubo una época en ese mundo
en donde lo religioso dominara la ideología y la política, la cultura del hacer
definía a esas sociedades.
Es justo reconocer que esta visión está profundamente arraigada, incluso en sociedades periféricas a ese mundo como la nuestra.
¿De qué
otra forma se puede definir la cultura de una sociedad sino es a través de sus
creaciones?: esculturas, arquitectura, pinturas, ciencia, literatura, teatro, tecnología.
Así es como
-desde esta visión de la cultura- podemos distinguir la cultura griega de la
romana, o la inglesa de la norteamericana, por ejemplo.
Pero para
los habitantes originarios del Anáhuac (actual Norteamérica y Centroamérica) la
cultura, el conocimiento no representaba lo que se hacía con la realidad, sino
la auto transformación de uno mismo para completarse como ser humano y aportar
crecimiento y apreciación a la sociedad a la que se pertenece.
La visión
de la cultura del Anáhuac no sólo es bella, sino revolucionaria. No importa cuánto
transformes la sociedad si sigues siendo un hombre incompleto que no aparta
nada al mundo que te contiene.
El autor de
estas ideas Xicotencatl Makuilcoatl no habla del Anáhuac sino del pensamiento “nauatl”,
así sin la letra “h”, lo que no sé si sea un modo de rebeldía o la manera
correcta de traducirlo para usarlo en un alfabeto e idioma que no le son
propios.
La otra definición
El
contraste es sutil, en la visión den Anáhuac un hombre culto es un hombre sabio
que utiliza su conocimiento para desarrollar su sociedad. No aquel que ganó un premio
nobel o que tiene diversos títulos académicos, sino aquel que sigue el camino
del corazón para tomar las decisiones correctas.
Los sabios
que veneramos actualmente se parecen, pero no son así, especialmente los
modernos.
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