Llega el momento de redefinir el marketing social o con causa


Muchas de las actividades  filantrópicas empresariales a la que estábamos acostumbrados se practicaba de una forma tan singular que se convertía en una contradicción

La definición de esta actividad la define claramente: “Tendencia a procurar el bien de las personas de manera desinteresada, incluso a costa del interés propio.”

Una actividad filantrópica se define por su desinterés, principalmente cuando se trata de una reducción de la riqueza para obsequiarlo para fines que beneficien a otras personas. No hay más. Para que sea filantropía debe haber desinterés.

Pero cuando a cambio de una donación se entrega un deducible de impuestos, ya no es filantropía, pues hay un interés por pagar menos impuestos.

Me costó trabajo aceptarlo porque muchas cosas se pueden hacer cuando una empresa se decide por una causa social y era aceptable que esperaran un beneficio como es un comprobante deducible.

Había a mi entender un ganar-ganar.

Para AMLO no es así, simplemente porque no es ganar-ganar cuando el gobierno deja de cobrar impuestos y con ello se reduce el dinero de impuestos que se utilizará para cumplir con su responsabilidad social, que es su obligación.

Pero hay más aún. Cuando una empresa utiliza sus recursos para además de deducir sus gastos con un deducible por realizar una actividad de responsabilidad social, invita a personas de gobierno para establecer vínculos y con ello implícitamente abrir las vías de comunicación para ganar influencia en las decisiones de compra o de decisión del gobierno, tampoco es ético.

Esto me cuesta más trabajo aceptarlo porque esto podría definirse como una actividad de Relaciones Públicas, actividad no sólo legal sino necesaria para una empresa.

La línea es muy delgada. Una cosa es hacer actividades para generar una opinión favorable de la marca hacia sus diferentes públicos, entre ellos el gobierno. Pero otra cosa es apapachar a ejecutivos de gobierno para obtener decisiones favorables. La línea es casi imperceptible y sólo se cuenta con la ética y la transparencia para distinguirlo.

Desde mi perspectiva no se trata de discutir si estamos de acuerdo o no en lo que será considerado filantrópico para el gobierno y lo que son acciones para evitar pagar menos impuestos y crear influencias.

Me parece más bien que es como un agregado adicional a la miscelánea fiscal. Ahora tampoco será deducible apoyar ONGs con causa sociales (justas o injustas, según quien lo vea) y tampoco será bien visto que se hagan actividades que tengan como fin el generar ambientes propicios para tráficos de influencias.

Se trata de la Cuarta Transformación, que a mi entender es la clara separación del poder empresarial con el del gobierno y éstas son algunas reglas que la definen.

Cuando se publica la miscelánea fiscal cada año, los empresarios se interesan en conocerla porque uno de los peores errores que se pueden competer es realizar infracciones por ignorancia.

Y esto es de lo que se trata. Habrá que repensar términos como el marketing con causa, las empresas con vocación o responsabilidad social. Tendrán que hacer como objetivos en sí mismos, cuidando que sean realmente desinteresadas.

El acercamiento a los funcionarios de gobierno también tendrá que ser diferente.

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