El tema es que dentro de la creación de ese término que al menos en español no usábamos, se acomodaron todas las expectativas e inquietudes sobre el conocimiento de nuevos horizontes que, como ha vimos, surgió con el homo habilis hace miles de años.
Como seres humanos buscamos nuevos horizontes, nos gusta viajar, conocer otros mundos, aprender de otras culturas y cuando el neoliberalismo nos ofreció una manera de hacerlo, además con rentabilidad, nos encantó la idea.
Lo que no entendimos en un principio que esa globalización planeaba crear una división internacional del trabajo, el talento y los recursos. Recuerdo muy bien un artículo de una importante universidad extranjera que leía hace años. Colocaba a Rusia como proveedora de materias primas, a China como el centro de manufactura mundial y a EUA como el lugar donde se concentraría el talento.
Por fortuna a estos países no les gustó ese papel y ahora vivimos en un mundo desglobalizado con estos tres países como ejes de poder mundial.
Pero en América Latina ese concepto no ha cambiado del todo. Aun vemos la globalización desde la perspectiva norteamericana y nos encanta: nos gustan desde los superhéroes hasta sus marcas de moda, su modo de vida y el sueño que nos propone, aunque esto haya significado por décadas pérdidas de empleo, de recursos naturales, de riqueza, pero sobre todo de futuro.
Ante la caída de la globalización la alternativa que parece quedarnos es el nacionalismo, una respuesta que promete mejorar nuestra calidad de vida, rescatar nuestra industria local, hacer crecer la microempresa y recuperar el terreno perdido. Es bueno pero sin duda significa un paso hacia atrás en nuestros anhelos de búsqueda de nuevos horizontes.
Pero resguardarnos en nuestros nicho nacional ya no es una opción posible. Lo que ocurre en el mundo está al alcance de un clic e incluso hay aplicaciones como Monkey que ofrece a los jóvenes conexiones en línea para hacerlos mejores amigos que los que conoce localmente
El considerar que la única opción de satisfacer esa necesidad de nuevo mundo sólo se satisface con la propuesta de globalización nos ata a esta ideología. Pero debemos recordar que ese afán no nació con el neoliberalismo, sólo se apropió muy hábilmente de ese anhelo.
Hace unos años en la ciudad de Kazán en Rusia un vendedor de recuerdos de viaje me dio todo un discurso de bienvenida lleno de alegría. Por supuesto me lo dijo en un idioma que no entendía, así que le pedí a mi acompañante, una mujer rusa de pocas palabras que me explicara que me decía el vendedor. Ella me explicó que recordaba la frase de Marx: “proletariado del mundo uníos”. Ese es otro modo de ver la globalización.
Pero ese no es la única otra visión. No se trata de una propuesta de capitalismo contra socialismo, ambas ideologías en proceso de extinción. La inquietud por conocer y conquistar nuevos mundos la ha tenido Marco Polo, Hernán Cortés y todos los viajeros del mundo que se manifiestan en una última versión, viajeros que ahora se les llama “nómadas digitales”
Hoy el neoliberalismo está también en proceso de extinción y en esta perspectiva es importante rescatar la perspectiva individual de globalización, no queremos que muera bajo las vigas que se derrumban del modo de producción internacional que está dejando de funcionar.
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