El engaño más grande jamás imaginado


Si las personas analizáramos el impacto profundo en nuestras vidas de lo que se dice en este vídeo, sería suficiente para que ocurriera una implosión en el mercado financiero y en sistema económico en general.

Pero no pasará, porque el enclave mental que sufrimos las generaciones que nacimos en la era de las comunicaciones (a partir de la radio, o sea todos), no nos permite analizar el significado de esta información.

Nos parecerá confuso, porque ese es el efecto de la enajenación mental (apropiación de nuestra privacidad de pensamiento con conceptos globalizantes).

Las personas que vivían en la -aparente- ignorancia alejada de los medios de comunicación masiva, no sufrían de este enclave (entendido este concepto como la inserción de ideas parasitarias ajenas a los intereses de los individuos que la padecen).

Los conceptos correspondían a lo que veían, lo que les permitía comprender, entender y moverse en su mundo, que era local, desde las amistades, hasta la economía entera. La mayor parte de lo que consumían se producía localmente porque las exportaciones eran lentas y caras.

Padecían sin embargo otro enclave mental, quizá más dañino, pero también anquilosado: la visión religiosa del mundo que fue la forma de controlar a las masas durante milenios.

Con la globalización, modernización para casi todos, llegaron los especialistas expertos de la economía que manejaban los recursos con los “mejores” estándares del mundo, pero que eran demasiado complejos para que un ciudadano común comprendiera porque su salario se había reducido en su poder adquisitivo por un problema de petróleo en Araba Saudita.

La gráfica del post y el vídeo nos indica que todos hemos sido engañados y desde hace décadas. Muchos de los que empezaron a trabajar en 1971 probablemente ya estén retirados, de modo que podemos decir que toda la humanidad, desde los más jóvenes hasta los más viejos, desde la punta de la Patagonia hasta el puerto de Gales en Alaska y desde el puerto Naukan en Rusia hasta Ciudad del Cabo en África, recorriendo sin dejar rincón toda Asia y Europa y las islas que no alcanzo a mencionar, es decir toda la humanidad, vivimos engañados.

Toda la humanidad, excepto los dueños del sistema financiero mundial y los expertos que la manejan, vivimos una ilusión económica.

En este engaño están incluidos gobiernos que no terminan de pagar su deuda externa, empresas que ven sus márgenes de rentabilidad cada vez más reducidos a pesar del aumento de su productividad y la mayoría de las personas que, como dice el vídeo, sólo nos separa nuestro sueldo de la pobreza.

La confusión quizá se arraiga más porque en el vídeo hablan de dinero Fiat ¿Qué es? Dinero sin valor, dinero que se produce como billetes y dígitos en las cuentas bancarios sin respaldo de riqueza. Se produce tanto dinero como se quiera y debido a que lo usamos y creemos en él el sistema funciona. Pero no hay valor detrás, hay sólo cifras manipuladsd por el sistema financiero mundial que entrega todo el dinero que sea necesario, aumentando con ello su riqueza y disminuyendo el valor del trabajo y la productividad, como se puede apreciar en la gráfica.

Quienes explican este fenómeno en el vídeo son promotores de las criptomonedas, otro tipo de dinero también sin valor intrínseco sólo que no puede crearse al antojo de sus administradores, esta limitado por su diseño mismo y tampoco puede manipularse su valor, de modo que será una forma de medición de riqueza como el oro.

Su propuesta es una solución a un problema complejo de escala mundial. Quizás tengan razón, pero se requiere del consenso de mayorías para que le gente demos valor a las criptomonedas, algo que parece ocurrir en medio de grandes especulaciones.

Puede ser una solución, sin embargo, los ciudadanos de a pie no podemos esperar y deberíamos también actuar de inmediato, pero en otros planos diferentes al monetario. Esto si comprendiéramos este fenómeno, es decir, si nos liberáramos del enclave mental impuesto por la globalización.

Lo que podemos hacer es decidirnos a dejar de darle valor a lo que nos han dicho que so lo demos: el dinero, pero también las marcas, los productos que consumimos, los tipos de educación que admiramos con sus escuelas y académicos, los modelos mentales que nos han enseñado a darle un valor económico a todos lo que nos rodea.

Si pudiéramos cambar esta mentalidad, la solución sería moverse a una economía local. Donde los seres humanos podamos vivir en sociedades a nuestra medida y comprensión, en donde entendamos lo que ocurra, sin que tengamos que enfrentarnos a temas inexplicables que reducen el valor de nuestro trabajo. Podemos comprender, por ejemplo, que haya escasez de un producto por falta de lluvia, o porque el clima daño una empresa, pero es muy difícil entender porque la economía mundial está a punto de un colapso y que por ello los líderes de los países poderosos mueven sus armas de guerra para contrarrestarla.

Podemos afrontar estos problemas si comprendemos que no se trata de una nueva concepción política sino simplemente el rescate a una sociedad ajustada al tamaño de nuestra comprensión, a la gente que conocemos, a la tierra que pisamos.

Aunque tampoco podemos hablar de un regreso, porque somos seres humanos diferentes, gracias a la información disponible gracias a internet y la propagación de la tecnología que permite la comunicación multidireccional (ya no masiva) podríamos regresar a una economía a nuestra escala, pero también administrada por nosotros mismos.

El problema es incluso nombrarla, puede ser el movimiento slow down o nacionalismo o simplemente regreso a nuestras tradiciones locales. El problema es que cada nombre que damos tiene un significado para el enclave mental que sufrimos y podemos destruir la intención real de nuestra recuperación.

La clave esta en romper ese modelo mental y sustituirlo por uno nuevo. Comprender que no se trata de aislarnos de información, sino de verla de un modo más crítico, paso que en México al parecer ya dimos.

Ahora se trata de hacer que nuestra revolución mental se convierta también en una revolución material, que pasemos del pensamiento crítico a la acción, de la opinión al movimiento. Se trata de levantar de alejar la mirada del dispositivo electrónico que nos atrapa para ver nuestro entorno y empezar a actuar para mejorarlo y convertirlo en el mejor lugar del mundo para estar.


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