Hace años conversaba con mi amigo José Ramón Mas (@_moreketing) sobre una de sus pasiones: el marketing con causa. Nunca he querido polemizar con un experto porque desde cualquier perspectiva es mucho mejor tener una causa que solo enfocarse a la ganancia amoral sin ningún compromiso con la sociedad que los enriquece.
Sin embargo, en mi interior, nunca me ha dado satisfacción comprar un producto que usa aceite de palma -y por consecuencia dañar el medio ambiente-, pero que dice aportar recursos para la investigación sobre el cáncer de mama o aportar recursos para la educación.
En el fondo lo que ocurre es que es difícil creer en las empresas que ofrecen aportar algo para la sociedad. No me gustan que redondeen mi cuenta en el súper porque pienso que el dinero no llega a quien prometen ofrecerlo.
Décadas atrás me tocó ver como un líder de la Cruz Roja repartía insumos médicos a sus amigos y familiares, impidiendo con ello que llegarán a quienes realmente lo necesitaban y luego ver como al morir la misma Cruz Roja a quien dañaba le hacía una ceremonia con los honores de un héroe.
Es difícil confiar en un sistema corrupto.
Pero algo radicalmente opuesto me ocurrió cuando participé en un proyecto de marketing con causa y me tocó personalmente configurar computadoras en escuelas públicas, convivir con profesores y ver en mi presencia como niños de secundaria se sentían reconocidos por los resultados de un examen de inglés de la empresa UKS que se les aplicó sin costo.
Es sólo un papel que se les da a niños de secundaria. Probablemente no les servirá de mucho pues todavía les falta terminar su carrera profesional para que obtengan un trabajo y aprovechen sus conocimientos. Pero debería, viendo sus reacciones me gustaría tener el poder de decirle a las autoridades o a las organizaciones que dan becas que hay niños que su inglés es un conocimiento que debería ser aprovechado para su futuro.
Pero no fue posible
Hicimos varios vídeos que han despertado poco interés, porque la sobrecarga de información es demasiada para darnos el tiempo de ver algo que podría decirnos muy poco a nuestros problemas comunes. Esto pone en entredicho el papel mismo de la mercadotecnia con causa.
Sin embargo y a pesar de todo esto, la satisfacción de dar algo a cambio de nada permanece. A todos nos costó un esfuerzo especial, pero al final de cuentas debo reconocer que el hacerlo si me causó mucha satisfacción.
Y esto es un gran aprendizaje.
José Ramón Más tiene razón en valorar del modo que lo hace el marketing con causa, por mi parte reconsidero el tema, tiene sentido, algo cambia, especialmente en quien tiene oportunidad de entregarlo, algo cambió en mi al menos.
Y justamente éste es el aprendizaje, seguiré desconfiando de las empresas que prometen regalar algo a cambio de una compra, pero no de dar y pedirle a una empresa que lo haga, no tanto por lo que logre en sus metas económicas, sino simplemente por la satisfacción de dar algo a alguien.
Más allá de cualquier retórica o intención publicitaria es muy significativo sentir en carme propia lo que muchos expertos en motivación afirman: Dar, en efecto te provoca un sentimiento de mayor satisfacción y felicidad que el recibir.
Comparto uno de los vídeos que se realizó en una telesecundaria de Jalisco.
La mañana en que lo filmamos era día del estudiante y los alumnos estaban celebrando. Los chicos no son tan chicos, son jóvenes que querían escuchar música y vestir a la moda, pero seguían siendo jóvenes que cuando se les tiende una mano de ayuda puede ayudarle de forma importante, pero muchas veces no están preparados para obtener más provecho.
La problemática es compleja, pues el caso del vídeo es el más extremo. Una experiencia diferente fue en una escuela secundaria modelo de Guadalajara. La calidad de la infraestructura, la preparación de los maestros y la dedicación de los directivos lograban mejores resultados. En esa escuela encontramos chicos de bajos recursos con un mejor nivel de inglés y con muchas ganas de aprender.
La lección es dolorosa pues significa que necesitas estar preparado para poder aprovechar la ayuda que se te ofrezca.
Pero del otro lado de la moneda está el de la experiencia de dar. Prender una luz de esperanza en los ojos apagados de una persona, es una experiencia que demos llevar más allá de hacerlo con nuestros propios familiares, pues es una vivencia que nos transforma como seres humanos.
El aprendizaje para las empresas podría ser que si quieren despertar interés por el marketing con causa se debería explorar la experiencia de dar, pero no en el supermercado al pagar en una caja, sino llevar a sus clientes a vivir la emoción de ayudar a alguien que lo necesita.
Pero sin lugar a ninguna duda el mayor aprendizaje fue para mí.
¿Por qué nos causa felicidad el dar? Desde mi punto de vista es porque nos da esperanza. Es un momento tangible que nos demuestra que las cosas pueden cambiar para mejor en el mundo y que ese cambio depende de un acto nuestro, uno que podría ser que no era importante, ni para nosotros ni para los demás y que sin embargo al realizarlo el cambio ocurre.
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