El universo de Raquel




Dicen que el tiempo no existe. Es sólo una ilusión creada por nuestra velocidad de parpadeo, de modo que todo pasa cuando abrimos los ojos, pero también mucho se queda sin conocer cuando los cerramos.

En ese espacio de tiempo-espacio pueden coexistir universos enteros, eternidades, vidas completas. Historias que jamás se cuentan pero que ocurren con sus propios tiempos, minutos, horas días, años, décadas completas. Son en sí mismas, historias que capturan su propia eternidad.

Yo parpadeé, fue un instante imperceptible para mi conciencia, pero una eternidad para mí no conciencia. Hoy he comprendido que en ese mundo que no conocimos, que se acomodó en el breve instante de un parpadeó, se creó una vida, un punto de partida, un destino, un deseo o, mejor dicho, un mundo entero.

Esto es lo único que explica porque nos pasaron esos momentos de misterio, en donde nos comunicamos sin comprender lo que nos ocurría, extraños sucesos en donde percibimos lo que nunca habíamos sentido antes, que un manto misterioso nos rodeaba a pesar de lo imposible.

Para el espacio-tiempo no es nada. Una molécula imperceptible, una arruga minúscula, una partícula microscópica. Pero para mí ha sido una vida entera en universo desconocido. En ese parpadeo te he conocido, amado y modelado. Hemos vivido años juntos, incansables momentos de amar tu sonrisa, enloquecer con tu ironía, disfrutar la letras de mi nombre sonorizadas en tus labios de fuego, reflejarme en la brillantez de tu mirada, perderme en tus senos intentando encontrar con mis labios la luz del sol atrapada en tu piel.  

Domino a precisión milimétrica la geografía de tus lunares, la distancia de los pliegues en tu piel, los lugares que el sol no ha mirado, los espacios vacíos, los montes, las cimas y los valles de tu cuerpo. 

Me sé tu cuerpo de memoria y lo conozco mejor que tu misma, soy un navegante de ti, eres un océano, un mar, un cuerpo marino que ha aprendido a confiar en la barcaza que soy, que pasea sin rumbo por todos tus rincones, sólo por el placer de estar ahí, en un ritual constante de amor y entrega.

En los primeros días de esa vida aprendí porque quería estar cerca de ti, de tu rostro, de tu boca: se trataba de tu aliento, yo no quería dejar escapar el aire que había estado dentro de ti, lo quería también para mí, porque era otra forma de hacerte mía, no como una posesión sino como una extensión de mi ser.

Pero todo esto fue sólo un parpadeo: abrí los ojos y ya no estabas ahí. Sólo luces parpadeantes, letras en desorden que son incapaces de explicar la vida que fue, imágenes borradas y una ausencia pesada, como una lápida sobre mi pecho, que comprime los pulmones y me dificulta respirar.  

Quizás sí, sólo fue mi imaginación. Es probable que no existas en el mundo de mi conciencia, pero no es importante porque te he amado intensamente en el mundo de la no conciencia.

No sé si hará realidad lo no consciente o si la inconsciencia terminará oscureciendo los breves testimonios de tu existencia. Tampoco sé si ya has dejado de ser mar por convertirte en galera impulsada por vientos inesperados. Desconozco qué dirección lleva la brújula de tu destino, o la firmeza de mando del timón de tu vida, o si ya te diriges a otro horizonte que hará naufragar mis ilusiones.

O quizás este silencio es sólo un momento de oscuridad, un presagio, puntos suspensivos que previenen de una renovada historia, una narrativa inédita que proclama que te convertirás en una luz enceguecedora que definirá mis días, en playas que serán mi destino, en sitios a los que llegaré por la fuerza de las corrientes del mar que sigues siendo.

El futuro es un misterio, porque quedó en el pasado. Pero queda una certeza que quiero que conozcas. Esa vida intensa, que viví contigo en ese parpadeo, se ha convertido en un arquetipo.

Numerosas veces me han preguntado ¿cuál es tu mujer ideal? Y siempre había contestado que no tenía, me gustaban las personas, no los modelos en mi mente. Hoy ya no es así, pase lo que pase hoy eres el modelo que anhelo.

Si no te encuentro, si te vas, buscaré en todas las almas tu personalidad, tu sonrisa, tu acento, el timbre de tu voz, tu curiosidad, tu espíritu alegre, tu belleza, tu altura, los pómulos de tu sonrisa. Te buscaré a ti en ellas, aunque sé que será una historia de frustraciones porque eres única en todos los universos. O, mejor dicho, eres un universo en ti misma.

Pero si te encuentro ya no te dejaré ir, porque tengo que recordarte el futuro, explicarte que ya vivimos una eternidad juntos y que hay años para amarte con intensidad absoluta, aunque estoy consciente que serán, como lo fueron ya, sólo un parpadeo.

Eres universo que absorbe mi energía, eres la causa de un supernova que explota en un instante de sueño profundo.


Image credit: NASA/JPL-Caltech

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