Cuando ya no podamos defender a AMLO

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No es que crea que llegará un momento en que López Obrador ya no sea defendible. He concluido que ha pasado tantas pruebas de integridad que es prácticamente imposible pensar que pueda cambiar en sus intenciones.

Lo que estoy casi seguro que ocurrirá es que ya no podremos defenderlo por una opinión pública convencida de que ya no es lo que creían.

El neocapitalismo (en este caso no hay diferencias entre el neoliberalismo y el neonacionalismo de Trump) tiene una pulida estrategia para minar la imagen de las personas que necesita derrumbar.
Y para eso cuenta con dos recursos poderosos: mucho dinero y tiempo.

López Obrador no sería el primer presidente popular en el mundo al que la fuerza del neocapitalismo le convierta en villano. Lo hemos visto recientemente con Lula, pero en la historia hay una lista más larga de nombres que ni siquiera me atrevo a mencionar porque la gente está convencida de que son villanos de la historia y no quiero polemizar demasiado.

Por ahora sólo recuerdo a Mandela y a Gandhi que pudieron salvarse de esa condena de la historia, quizás José Mújica, pero no por trascendencia, con él ha funcionado el ignorarlo simplemente. Los demás han sido tan peligrosos que han pasado a la historia como delincuentes, villanos, dictadores y genocidas.

A pesar de ser un líder moral, no tiene la historia personal de un Mandela o la fuerza de la humildad de un Gandhi, AMLO se parece más a Lula y ya hemos sido testigos de las críticas y ataques que este último ha recibido en su persona, a pesar de los resultados que obtuvo como presidente.

Sólo se evitaría esta debacle si López Obrador tuviera la habilidad de convertirse en un líder moral mundial irrebatible, lo que ahora parece distante, aun tiene tiempo.

De no ser así no sabemos cuando se volcará la opinión pública en su contra. Los esfuerzos por cambiarla ya empezaron y se toma cualquier pretexto para criticarlo. Esperábamos que se aceptara su liderazgo por la contundencia de su triunfo, pero las fuerzas económicas que está amenazando ya están invirtiendo dinero en plantar preguntas a reporteros, a seguirlo milímetro por milímetro con las cámaras, a tergiversar sus declaraciones, en magnificar frases cortas sacadas de contexto.

Aun cuenta con mucho capital político, pero un desorden económico mundial, una caída de los precios del petróleo, una embestida del capital inversionista bastará para llevar al país a una situación difícil y a la búsqueda de deteriorar su imagen.

Ya se escuchan tambores de guerra de la economía al escuchar afirmaciones de políticos, economistas y empresarios de que la economía se va a dejar muy bien, lo que sigue le tocará a AMLO, como si tuviera las riendas del capital.

No sabemos cuanto dure su capital político, pero la sociedad mexicana necesita que esto ocurra después de que se hayan fortalecido las instituciones con una orientación social, cuando se hayan cambiado las leyes y cuando se derroquen los mitos que hasta ahora subsisten respecto a los pretendidos avances del país.

La sociedad lo necesita, porque de otro modo no habrá ningún cambio en el país y después de eso no nos quedará ninguna esperanza. Si este cambio ocurre después de este fortalecimiento habrá otros líderes que podrán dar continuidad, pero para esto necesitamos que este proceso no se interrumpa.

Pero el problema es que apenas empieza y los diarios ya están saturados de críticas, pero a diferencia de las elecciones los puristas de la izquierda también ya se unen a los cuestionamientos.

De los primeros se comprende muy bien que están pagados legítimamente por fuerzas económicas fuertes y con una agenda clara.

Los segundos, los hipercríticos sólo muestran su visión de corto plazo. Ellos piensan que no venden su pluma y luchan contras las inconsistencias, quieren que todo sea límpido y puro como un manto divino, cuando en el campo político se están tensando muchas fuerzas que requieren de pragmatismo, operación, y mucha imaginación para lograr que la dirección no cambie, pero a la vez que no se mine el camino con el poder de estas fuerzas económicas.

Para ellos. hoy más que nunca se aplica la definición de política como el arte de lo posible.
Estos críticos no comprenden, o no les importa, que terminan siendo la palanca que necesita el neocapitalismo para hacer que sus aguas vuelvan a su cauce.

Sin embargo, son las redes sociales las que están marcando el ritmo de la información, esto significa que aun hay espacio para desequilibrar la incesante e interminable campaña contra el cambio que representa López Obrador.

Y aunque también es un mar de efervescencia ideológica, es un espacio que nos permite pensar que aún estamos a tiempo para empezar a regenerar y generar nuevas instituciones que validen este cambio. Y en esto, la responsabilidad nos toca a todos La pregunta que deberíamos hacernos  aquellos que queremos un cambio es ¿Qué desde nuestra perspectiva y experiencia se puede hacer para vivir en un nuevo país?

Si imaginamos como nos gustaría que fuera un nuevo México con liderazgo y admiración mundial en cada uno de nuestros entornos, podemos descubrir que hay mucha tarea por hacer en la calle, los parques, los mercados, en el trabajo, las escuelas o en cualquier parte. El cambio es necesario y se logrará por la acción de cada uno de nosotros, no con la crítica. Es divertido criticar, pero también es necesario poner manos a la obra.

Es el momento que todos esperábamos para que el país cambiara, ahora nos toca a todos hacerlo, no hay pretextos. No podemos esperar que el cambio dependa de una sola persona.

Por lo tanto, no se trata de que López Obrador sea perfecto, se trata del triunfo de un movimiento, del derrocamiento de un régimen, de una revolución pacífica. Sin importar las personas es nuestra oportunidad para reconstruir, para crear un nuevo país.

Si logramos empezar esta reconstrucción, cuando ya no podamos defender a AMLO será demasiado tarde para quienes quieran controlar un país que dejó de existir. 

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