La suma del tiempo, nada es en vano



Puedes pensar que la vida corre y no pasa nada. Simplemente avanza dejando en nuestros cuerpos la ineludible huella del tiempo. Pero te equivocas no es así.

Es tu vida y no el tiempo la que se acumula en tu cuerpo. Por eso los Q’eros dicen, de un modo casi poético, que el cuerpo es tu pasado, yo agregaría que es la suma del tiempo. Juan Matus lo definía como el tonal, lo que somos.

Si lo ves desde esa perspectiva no es el tiempo que corre ante tus ojos y termina por vencerte. Eres tu el que cambia y por lo tanto el que conduce esa transformación.  Cada uno de nosotros somos  protagonistas y conductores  del trayecto de la vida, no un concepto discutido por los científicos como es del tiempo.

He descubierto que nada de lo que hacemos es en vano, cada segundo cuenta. Mírate al espejo: en el podrás descubrir tu pasado, tu acción sobre tu cuerpo. ¿Eres un atleta? ¿Tiene sobrepeso? Ambas cosas requirieron de ti, en el primer caso un esfuerzo, en el segundo un abandono, quizás un dolor emocional que se adormecía con comida.

¿Tu piel es flácida y amarillenta? Puede deberse al efecto del cigarro que envenena tus pulmones y tu alimentación orientada por el placer y no por la nutrición; o el efecto de una vida sedentaria.

¿Te aburres? Es porque tu mente ha dejado de trabajar, sólo devora lo que tenga enfrente, especialmente la información chatarra que no requiere de ningún esfuerzo. O quizás cultivaste tu sensibilidad y eres capaz de disfrutar la música más dulce, el arte más espléndido, el libro más profundo.

Los budistas dicen que nuestras acciones se convierten en una energía que trasciende las fronteras del tiempo para convertirse en la causa de un efecto inesperado, le llaman karma.

Por su parte, la filosofía hermética afirma que no hay casualidades, sino causalidades, desde esta perspectiva nada ocurre porque sí, todo tiene una causa, aunque nosotros no la alcancemos a percibir.

Es difícil comprender la causalidad de la muerte de alguien camina por la calle y una ráfaga de viento derriba una rama que le cae encima. Va más allá de nuestra comprensión.  Pero es muy fácil aceptar que hay algunas enfermedades degenerativas que se desarrollan por nuestros malos hábitos y por la ausencia de buenos. La causalidad es clara.

Para mi limitado entendimiento hay casualidades inevitables, golpes de buena y mala suerte. Pero hay una causalidad en la forma en como lo canalicemos. Muchas de las cosas que nos ocurren tienen una causa, no son casualidades: eso que nos ocurre tiene que ver con las decisiones que tomamos a cada instante.

Claro que si lo vemos en perspectiva las causalidades ocurren. Que dos autos se impacten en un crucero, para uno de ellos pudo ser una casualidad, pero para otro una causalidad por la velocidad y la falta de precaución.

Esto nos dice que todos estamos interrelacionados, como lo reconocen muchas filosofías y religiones antiguas. Por lo tanto. lo que hacemos con nuestra acciones, con nuestra vida, también tiene un impacto con los demás, tanto en el tiempo presente como en nuestras acciones.

Tengo una experiencia personal que siempre recuerdo cuando pienso sobre esto:

Después de dedicarme a la vida académica por casi una década, una mañana desperté con la conciencia de que había renunciado voluntariamente a una plaza de profesor-investigador permanente, para dedicarme al mundo de los negocios. Años después, en una mudanza, tuve que reordenar los libros que había leído en esos tiempos. Cuando vi las cajas pensé: “tantos libros leídos, tanto estudio, para nada”.

Entonces empecé a hojear algunos, un leve escalofrío recorrió mi espalda cuando descubrí que muchos conceptos ahí vertidos se habían compenetrado en mis neuronas, de modo que las expresaba esas ideas como ideas propias. Hasta los conceptos menos importantes formaban parte de mis forma de pensar, me habían transformado de forma definitiva, cada concepto era un ladrillo de mi pensamiento. Me sentí mejor porque aun cuando estuviera viendo precios y descuentos, mi mente construía pensamientos de lectores diversos como el concepto circular del tiempo de García Márquez, la importancia de lo concreto de Karel Kosik o la sociabilización de los individuos propuesta por
Berger. Su lectura no fue en vano.

Mas tarde descubrí que tampoco han sido vanas las horas perdidas viendo malas películas de acción o teniendo discusiones estériles con mi pareja.

De forma literal, sé en "carne propia" que he sumado acciones y restado tiempo a mi vida. Todo se ha reflejado en mi tonal, mi cuerpo es mi pasado y ahí está todo. También sé que sé que mis acciones se han convertido en energía, es decir en karma y, al final estoy consciente que esa misma energía de mis acciones pueden dirigirse para una coraza protectora que me mejore la calidad del camino de mi vida y la de mis descendientes, lo que los budistas definen como dharma.

Por eso es un reto pararse al espejo y ver en nuestro cuerpo y pensamientos la presencia del pasado.

Sí, lo escribí así de forma intencional: el pasado en nuestro presente. De tal forma que lo podemos ver, tocar y reconocer.

Cuando me veo en el espejo percibo efectos que me gustan y otros que me disgustan, porque me he equivocado quizá más veces de lo que he acertado. Pero como dicen los Q’eros, el pasado se puede corregir, si uno trabaja sobre su cuerpo y pensamientos.

Ahora que lo tengo más claro y que estoy consciente que cada segundo cuenta y que mi tiempo es mucho más corto que antes, que cada día consumo mi tiempo, trato de aprovecharlo para mejorar mi tonal. A veces lo olvido, pero cada día menos.

¿Qué ves cuando te miras al espejo?

Comentarios