El dilema de la cobertura de internet en México



Foto Nasa

Los ciudadanos comunes vivimos con una percepción equivocada durante los últimos 10 años, nos creíamos la frase de esta empresa cuando publicaba a los cuatro vientos que todo México era territorio Telcel:


No es que nos engañara. Era una simple táctica publicitaria como el chaca-chaca de Ariel, cuyos publicitas se inspiraron en un ligero movimiento químico de las partículas que ocurría con el jabón al entraba en contacto con el agua, el cual fue llevado a la exageración sugiriendo que la cubeta se convertía en lavadora.

Telcel también exageró en su campaña, no se trata de todo el territorio geográfico de México sino de dar cobertura a más del 98% de la población, como nos explicó el experto en telecomunicaciones Ernesto Piedras en Twitter. Medición que además es un estándar mundial.

El anuncio lo explica, cuando habla de cobertura de poblaciones y carreteras, pero era más fácil recordar la frase del territorio Telcel. Pero como ocurre con las cosas ocultan que se revelan, ahora es muy claro, no mintió

Fue López Obrador quien empezó a mencionar que el territorio geográfico sólo está cubierto al 30%, lo que parecía incomprensible a la luz de lo que creíamos. Con su revelación develó otra faceta de la realidad, como lo ha hecho en diferentes temas.

La pregunta es ¿para qué se va a esforzar el próximo gobierno federal por lograr una cobertura en territorios vacíos o casi vacíos?

En primer lugar, porque ese dos por ciento faltante no son cualquier cosa. Más de 2.5 millones de habitantes no tienen cobertura, además de que la calidad del acceso no es buena y no es gratuito para la inmensa mayoría.

En la época esperanzadora de los primeros días del gobierno de Vicente Fox, una persona conocida en la industria TIC formó parte de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Xóchitl Gálvez Ruiz declaró que una de sus metas era llevar internet a comunidades aisladas para que, mediante quioscos gratuitos, pudieran conectarse al mundo.

Cuando le comenté esta declaración otro experto en TIC, Ricardo Zermeño, el respondió que respetaba mucho a Xóchitl, pero lo proponía era una tontería. Los indígenas necesitan infraestructura física, no virtuales, me explicó.

Yo le creí, porque era un experto. Sin embargo, a más de 15 años de ese momento brillante que se apagó por las indecisiones de Fox, los indígenas siguen sin infraestructura y sin acceso a internet. Y pasado estos años creo que Zermeño tenía parcialmente razón. No habría mucho progreso económico directo, pero no es inútil estar conectado para recibir y enviar información.

Ahora creo que sí les importa a estos indígenas el hecho de no poder publicar como hacemos los chairos y los no tan chairos  o no poder navegar para obtener información útil o no tener medios modernos para expresar su cultura.

Aunque por supuesto está el reto de la alfabetización digital, que es todo un tema. 

Recientemente tuve la oportunidad de visitar secundarias publicas de la zona conurbana de la ciudad de Guadalajara. Las salas de computación no se usan, básicamente porque los maestros no tienen el conocimiento para aprovechar el poder de las tecnologías para aplicarlos a la educación.

Tampoco creo que sea cualquier cosa que haya acceso a internet en algunas zonas de tránsito de gente que no son rentables para las operadoras telefónicas, pero que necesitan comunicación como cualquier otro ser humano. 

Porque el problema fundamental es rentabilidad. 

Años antes en una entrevista que le hice a Jorge Arredondo, antes de que fuera presidente de Comisión Federal de Telecomunicaciones, en su época de consultor, me explicaba de la necesidad de proteger a Telmex de la llegada de las telefónicas extranjeras, ya que ellas sólo querían obtener una porción del mercado, sin tener que invertir en infraestructura.

Han pasado más de 20 años y el problema sigue relativamente igual. Quienes han invertido en infraestructura han sido inversionistas mexicanos como Axtel o han aprovechado las suya como 
Cablevisión, pero no hemos visto mucho de telefónicas extranjeras. (No es un problema de xenofobia sino de rentabilidad.) Es decir, no podemos esperar que la inversión privada, mucho menos la extranjera por crear esa infraestructura de un territorio que no obtendrá mucha rentabilidad a menos que obtengan algo a cambio.

Durante las elecciones se dio un fenómeno que puede ser un signo de lo que nos espera en los tiempos futuros. Empresas privadas como Google se instalaron en zonas marginales para dar acceso gratuito a internet. ¿Qué obtendrán a cambio? El acceso a datos personales que en masa pueden ser muy rentables, especialmente para fines políticos.

Por supuesto Google es ambivalente. Por un lado, es generosa con los consumidores, pero por otro lado su intervención en cuanto a datos personales es superior a la de cualquier país, algo que un gobierno soberano debería limitar, como ya ocurre en Europa.

Desde esta perspectiva la promoción de esta infraestructura tendrá que provenir del sector público ya que es ahí donde tiene sentido el objetivo social del nuevo gobierno de ampliar la cobertura de internet. Aumentar la cobertura, mejorar el espectro de banda ancha y propiciar con esto oportunidades de negocio en todo el país, no sólo en Polanco como explicó  Abel Hibert en el Foro organizado por Banorte.

El reto que tiene el gobierno federal entrante es complejo en muchos aspectos de las telecomunicaciones: ciber espionaje, crimen organizado en el mundo virtual y fuertes intereses económicos por controlar el acceso a la información a través de la eliminación de la neutralidad en la red.  

No hay certeza de que cuente con el apoyo de los expertos que hasta ahora ha desarrollado el sector privado. Entre ellos seguramente habrá quienes tengan ideas muy claras de como pueden las nuevas tecnologías apoyar el gobierno, reduciendo costos y propiciando la participación ciudadana, falta que haya en interés por el país y no por la rentabilidad.

Parece que sí los hay.  


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