La población inútil


La preocupación por que la inteligencia artificial tome el control para volverse en contra de la humanidad está muy contaminada por las películas norteamericanas que no se cansan de plantear versiones diferentes de la misma idea, pero -ante tales advertencias- es poco probable que esto ocurra, los diseñadores de estos programas no descansan en ofrecer soluciones a este reto.



Pero esta discusión oculta otra más importante para nuestro futuro: la inutilidad de la humanidad como fuerza laboral e intelectual. No pasarán muchos años en que la inteligencia artificial tenga la capacidad de desplazar todos los trabajos. Y esto, aunque no ocurra totalmente es una amenaza para las fuerzas laborales de los países no desarrollados en donde la mano de obra se consideraba un activo importante.

Lo que ocurrirá es que la calidad de los trabajos disminuirá notablemente, pero aún más evidente será la escasez de plazas de trabajo que ya ocurre.  Y esto en sí mismo no es tampoco un grave problema, de no ser que la propiedad de está inteligencia artificial estará en manos privadas, lo que significa que querrán a sus consumidores, pero harán lo posible por deshacerse del mayor número de empleados posibles.

No hay una teoría de conspiración detrás de esto. Si yo fuera dueño de una empresa manufacturera y pudiera reducir mis costos con inteligencia artificial, por supuesto que lo contrataría y con ello me evitaría costos sociales, problemas emocionales y planes de carrera, entre tantas demandas que las personas requieren para vivir. Lo mismo haría si fuera propietario de una empresa de servicios profesionales como abogados, doctores o cualquier profesión.

Como bien dice Elon Musk la inteligencia artificial sustituirá el 100% de los trabajos, no hay límites para lo que puedan hacer




Pero también lo harán los competidores, proveedores y todos aquellos que quieran aumentar la rentabilidad de sus empresas.

Si la propiedad de la inteligencia estuviera en manos de los estados, entonces afrontaríamos otro tipo de problemas como el tiempo de ocio y cómo hacer feliz a las personas con jornadas de trabajo ridículamente pequeñas, pero con altas exigencias de calificación.

Pero estos problemas no son los que enfrentaremos, pues está estas tecnologías están en manos de grandes corporativos. Las grandes empresas serán las primeras en tener la capacidad de crear y desarrollar soluciones de producción basados en Inteligencia Artificial, en búsqueda de tener más consumidores satisfechos, desplazando con esto a las pequeñas y medianas sin capacidad de invertir en estas tecnologías. 

Pero los consumidores serán cada vez menos, pues los trabajos se reducirán hasta un extremo imaginario del cero por ciento.  

Al final es un juego económico que tiende a una reducción drástica de los tamaños de los mercados. Sólo habrá un reducido número de clientes y un reducido número de corporativos de cumplir con todos los sueños de consumo, salud y bienestar de estos clientes.

El resto de la humanidad seremos inútiles. Esto significa que tendremos que encontrar soluciones de sobrevivencia que por exigencias de organización tendrán que ser locales. Es decir que las comunidades podrán buscar una autosuficiencia económica al margen de la modernización de la globalización.

Cuando veo a padres de familia preocupados por pagar las escuelas privadas más caras, los mejores oportunidades para sus hijos, me gustaría compartir su sueño, pero para mí personal punto de vista es que más bien deberíamos estarnos preparando para vivir en otro tipo de comunidades que sean autosuficientes, que permitan la existencia de oficios libres, que generen la capacidad de autoconsumo y  propicien la creación de conocimientos básicos para vivir sin los altos recursos que los grandes corporativos ofrecerán como grandes centros hospitalarios, grandes centros de negocio y grandes centros de consumo. 

Estos sueños ya no estarán a nuestro alcance.

Esto no es un planteamiento basado en un pesimismo caprichoso, las noticias sobre como los gobiernos de los países no desarrollados están vendiendo sus recursos apostando por un orden global que terminará expulsando a sus habitantes porque no son necesarios para el progreso de la globalización   

Si miramos 40 años atrás en México podremos descubrir que hemos perdido soberanía, capacidad de crecimiento de la economía interna, calidad de vida, recursos naturales (como el petróleo), se acabaron la construcción de universidades o de grandes obras civiles sin cargo para la sociedad.

La globalización ha impuesto su ritmo, ahora para comunicarnos entre nosotros trasmitimos mensajes que van a nodos de redes centralizados fuera de nuestro territorio, la información del “boca en boca” es ahora de “pantalla en pantalla” y no somos dueños de la información que compartimos en estas nuevas conversaciones.

Pero como hemos dicho anteriormente ninguna sociedad es homogénea, ni siquiera la globalización, siempre hay oportunidades de vivir en culturas alternativas, con software libre, con criptomonedas, con proyectos de economía azul y con búsquedas de salud no tradicionales.


El futuro de la diversidad de la humanidad reside en esas culturas alternativas, es decir, en lo que hagamos nosotros mismos.  

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