El domingo 21 de agosto del 2016 la periodista Carmen
Aristegui publica un vídeo en Youtube, su sitio de noticias y las redes
sociales sobre un reportaje que demuestra el plagio del presidente de México,
Enrique Peña Nieto, que cometió en su tesis de licenciatura. Sus estadísticas
registran más de dos millones ciento siete mil visualizaciones.
Doce días antes la youtuber Yuya había publicado un vídeo
titulado “Qué bikini uso” que ha tenido, al momento en que se escribe esta
nota, más de dos millones y medio de visualizaciones.
Ambos vídeos tienen una antigüedad y un número de vistas similares,
pero desde el punto de vista de la productividad, son diferentes (aunque no es
fácil de medir el interés del mensaje de Yuya y por lo tanto su productividad).
Se entiende que una comunicación es productiva cuando es
útil, es decir tiene la capacidad de lograr un cambio en función de la
intencionalidad de quien crea el mensaje. En el caso del vídeo de Aristegui su
productividad fue muy alta. El tema fue retomado por otros medios tanto
nacionales como nacionales, la información tuvo un crecimiento virulento en las
redes sociales y muchos intelectuales y políticos dieron su opinión. Días
después las propias instituciones involucradas como la misma Universidad
Panamericana, en donde se aprobó la tesis, emitió su opinión.
El video de Yuya aunque tiene más vistas, no ha tenido tal
impacto y en este sentido es menos productivo. Aunque si se considera que la
ropa que muestra son patrocinados por una marca, la productividad esperada
cumplirá su cometido si esa fue la intención del mensaje y por lo tanto se
logra su resultado, aunque para la vista de los demás no sea evidente.
Hay mensajes sumamente productivos que logran resultados -en
referencia con la intención del emisor del mensaje- que no modifican o influyen
en el pensamiento o visión de los demás. Sólo logran su intención que es lo que
les interesa más. El mejor ejemplo es el de los políticos que logran el apoyo
popular sin modificar lo que piensa el ciudadano, por el contrario, lo refleja.
Pero también hay muchos casos en la mercadotecnia. De hecho,
ésta es la búsqueda permanente en toda investigación de mercados, análisis
masivos de datos y algoritmos predictivos: cómo aprovechar lo que piensa el
consumidor para que el consumidor compre más, sin necesidad de hacerlo cambiar
de hábitos, opiniones o decisiones.
Pero a pesar de esto, la mayoría de los mensajes que
recibimos tiene una cualidad improductiva, no logran ningún cambio, ni mueven a
ninguna acción. Consumimos la información como se digiere un alimento chatarra,
sin reflexión, sin nutrir el pensamiento, sin percatarnos de nada, sólo del
entretenimiento (o sabor) que nos ofrece.
¿La razón? La intención del perceptor. Un mensaje se vuelve
productivo sólo cuando el destinatario del mensaje se engrana con el contenido
y realiza una acción. No importa si cambiamos o no de opinión, el máximo grado
de productividad se logra cuando se realiza la acción deseada.
La productividad es un tema que da para mucho más, pero por
ahora lo importante es señalar cómo esto puede lograrse aun cuando no exista
una infraestructura mediática que lo respalde.
Lo interesante del vídeo de Carmen Aristegui es que está
logrando resultados sin un medio propio disponible, el mejor ejemplo de la
comunicación alternativa, que -como hemos dicho antes- se logra porque el
hombre no piensa de un modo único, no hay un solo modo de pensar o de ser en
una sociedad. En una comunidad siempre hay opiniones diversas y modos de ser diferentes
que siempre han encontrado una manera de expresarse, sin importar lo difícil
que pueda ser trasmitir esa comunicación, ya sea porque se coexiste en un
régimen autoritario o por carencias de infraestructura tecnológica de trasmisión
de información.
La comunicación siempre encuentra el camino.
Este potencial inevitable de comunicación es una oportunidad
para las empresas que cuentan con un auténtico y valioso producto o servicio.
Si satisface una necesidad real, la comunicación encontrará el camino,
principalmente por el ritmo de las recomendaciones que reciba.
Si se piensa esto, los empresarios que se enfoquen a ofrecer
servicios y productos de calidad que resuelvan necedades específicas
encontrarán sin duda el modo de hacerlo saber a quienes lo necesitan, para eso
existen los medios alternativos que siempre son cambiantes, innovadores y con
cierto nivel de desconocimiento.
Desde esta perspectiva las estadísticas como el número de
seguidores, los clics de “me gusta”, la necesidad de compartir información y
demás son apenas una leve sombra de lo que la verdadera recomendación es capaz.
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