Visto en perspectiva es extrañamente impresionante descubrir
cómo estamos dejando nuestra vida en manos de otros.
Gastamos nuestros días esperando que:
- El trabajo resuelva nuestra economía
- Las marcas gratifiquen nuestros anhelos
- El gobierno solvente nuestro futuro
- Las escuelas nos dé el talento al que aspiramos
- La cultura comercial satisfaga nuestro ocio
Mientras esperamos que esto nos llegue, las oportunidades se van. Por este motivo a
este fenómeno se le conoce como enajenación.
Para que ocurran cada una de estas aspiraciones deben ser
resultas por nuestro propio esfuerzo, dejar de ver el horizonte imaginario y
concentrarse en resolver los retos de nuestro entorno.
Un visionario es
capaz mirar más allá del entorno enajenante y crear alternativas:
- Resuelve su futuro sin esperar un sueldo
- Sus anhelos están íntimamente ligados con sus metas
- El gobierno no juega ningún papel en sus planes
- Sabe que el aprendizaje es más importante que los diplomas
- Aprende que el ocio puede ser creativo y productivo
Pero lo más importante es que cambiará su entorno sin
escuchar la crítica de los demás.
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