La tendencia va a en serio, de otro modo un periódico como
el New York Times no lo tocaría: el avance en robótica pondrá en riesgo
infinidad de plazas de trabajo, incuso las muy especializadas. Este vídeo lo
ilustra muy bien, el robot es más eficiente y seguro que un hombre
experimentado porque no tiene emociones, ni se cansa, simplemente sigue
instrucciones.
De hecho la pérdida de empleos ha venido ocurriendo desde
hace décadas con la automatización de muchos procesos y se ha acelerado con la
convergencia tecnológica ¿Alguien recuerda el papel importante de los
mensajeros en las empresas e instituciones o los cajeros de estacionamiento?
Incluso la importancia de las secretarias ha disminuido y en algunos casos han
desaparecido totalmente, dejando sólo una plaza para que de atención las
necesidades de los directores generales. En el gobierno había puestos como
“archivista” o de “matasellos”
Pero conforme la inteligencia de los aparatos, la robótica y
la inteligencia artificial se desarrollan otros puestos ya no serán necesarios,
quizá en un futuro desaparezcan puestos como los choferes, las enfermeras e
incluso los profesores. Habrá una mezcla de equipos que resuelvan con mayor
eficacia estas tareas, no cobrarán sueldo, ni requerirá de prestaciones
sociales y fondos para el retiro.
Desde un punto de vista romántico la noticia suena
fantástica. Por fin el hombre va a dejar de hacer tareas rutinarias para
dedicarse a actividades más importantes o simplemente placenteras. Para eso ya hay
equipos y programas que hacen el trabajo pesado. Pero la realidad es otra. Sólo
los dueños de los robots son los que no tendrán que trabajar para enriquecerse,
para la mayoría de los humanos, que usualmente vendía su fuerza de trabajo
(física o intelectual), ahora no tendrán quien les pague, relegando a una enorme
cantidad de personas a los lotes baldíos donde se desecha lo inútil.
La pregunta que deberíamos hacernos, los que formamos parte
de este enorme contingente de inútiles, es: ¿estamos dispuestos a aceptar esta
condición? Desde luego que muchos dirán que no, pero seguirán pidiendo empleo,
pagando a sus hijos universidades caras y buscando mejorar su vida con el uso
de los créditos y de las prestaciones sociales.
Un cambio tan revolucionario de la civilización requiere
también un cambio de mentalidad totalmente revolucionario. La enorme masa de
contingentes de innecesarios para este nuevo mundo no tiene por qué considerarse
inútil y empezar a vivir la vida de modo sustentable. Nuestros antecesores lo
hicieron, encontraron la forma de vivir sin empleos, generando su propio modo
de vida, sus alimentos, su ropa.
El futuro nos exige ser emprendedores a cada uno de nosotros.
También nos demanda ser más empáticos con lo que ocurre alrededor, dejar de
comprar en las grandes tiendas para revisar lo que hacen nuestros vecinos, la
gente que se esfuerza y pone a la venta lo que hace en humildes telas puestas
en el piso. El tiempo de un modo de vida alternativo está dejar de ser una
opción para convertirse en una necesidad.
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