La maldición de los volcanes mexicanos



La definición que  en 1990 hizo Timothy R. Tangherlini sobre la palabra Leyenda es más que interesante: 1
"Una narración tradicional corta de un solo episodio, altamente ecotipificada, realizada de modo conversacional, que refleja una representación psicológica simbólica de la creencia popular y de las experiencias colectivas y que sirve de reafirmación de los valores comúnmente aceptados por el grupo a cuya tradición pertenece".
Me dan escalofríos pensar en la respuesta que se me ocurre cuando aplico este concepto a la popular leyenda del guerrero victorioso Popocatépetl y la dulce princesa Iztaccíhualt.  Enamorados ellos fueron víctimas de un engaño y se dejaron morir. Primero ella al creerlo muerto y luego él al descubrirla.
Una linda historia de enamorados, pero nada saludable para representarnos simbólicamente. Así parece que vivimos los que heredamos el territorio azteca: durmiendo para siempre, regocijándonos en nuestro  dolor, dejando que las cosas pasen, sin hacer nada más que mirar.

En el momento en que dejemos de tener lástima de nosotros mismos podremos descubrir que ahora hay ciudadanos y consumidores que bien informados pueden cambiar el curso de la historia, podremos actuar para impedir que las empresas con cualquier artimaña legal haga uso de nuestros datos privados, nos haga firmar contratos que no nos convienen, nos vendan a precios exorbitantes productos y servicios que en otras parte del mundo cuestan mucho menos.

Antes que un cambio político a México le urge un cambio social, requiere de ciudadanos que se comprometan con su entorno, con su familia y con su futuro mismo. Es inútil criticar a los políticos y a los directores técnicos deportivos mientras tiramos basura en las calles, no nos preocupamos por el aspecto y salubridad de nuestro ambiente y quebrantamos las leyes de tránsito poniendo en riesgo la vida de los demás. No revisamos lo que comemos, firmamos cualquier contrato y escuchamos de los vendedores lo que queremos escuchar, dejando que abusen de nuestros bolsillos como si realmente estuviésemos dormidos.

El Popocatépetl parece haber despertado., ¿Cuándo lo haremos nosotros? Sin ironía o burla ¿podría alguien decirme porque no queremos actuar?







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