Todo empezó hace más de más de dos años, cuando leí a Leo Batuta sobre la importancia de crearvalor en lugar de hacer ruido innecesario.
En ese entonces pensé que era demasiado hablar públicamente de
mi difícil decisión dejar de participar en ese parloteo constante de Twitter
debido básicamente a la exigencia de esta red social de tiempo, atención y
proactividad a cambio de beneficios que no tenía del todo claros: tráfico a mis
sitios, posicionamiento de marca personal y conocimiento de tendencias y
novedades.
Ésta última era la actividad que más tiempo me consumía de
forma inútil: tweets que anunciaban noticias importantes pero que al abrir el
vínculo me encontraba con una versión repetida de noticias anteriores. Debido a
esto lo primero que hice fue dejar de
abrir la página de twitter.
La decisión fue liberadora, me dio tiempo para dedicarme a
mis actividades profesionales y para reflexionar sobre ellas. Obviamente uno
nunca sabe si se está perdiendo la noticia de la última gran tendencia, pero la
distancia da perspectiva y llegué a la lógica conclusión de que lo importante
siempre se encuentra en los sitios especializados que generalmente consulto.
Este éxito relativo me animó al segundo, aún más difícil de
explicar. Desde sus orígenes Twitter tiene un modo de promocionarse que puede
caer en un círculo perverso: “si me sigues te sigo”. Si no eres popular o
consideras que es poco ético decidirte por la compra de seguidores fantasmas,
la única manera de promocionarse es siguiendo a otros para que en reciprocidad
te sigan a ti. Esto tiene un problema de fondo: no te siguen porque les
interesa tu contenido, sino porque cuentas como uno más en la lista de
seguidores. No importa lo que digas, es más no importa si no dices nada, al
final nadie va a leerlo, o muy pocos.
Al principio de que abrí mi cuenta llegue a 254 seguidores sin seguir a nadie.
Luego el crecimiento se estancó por un año. Cuando se me encendió la ansiedad
me involucré a esa loca carrera de buscar seguidores y la cifra subía como la
cuenta del súper, pero en unos meses descubrí una tendencia que debía observar.
De ser Twitter –hace no más de dos años- la segunda fuente de tráfico, en los sitios que conozco se convirtió en la
quinta o sexta, por debajo incluso de la cuestionable red social google plus.
En los casos de los sitios muy bien posicionados en Google el tráfico que lleva
twitter puede llegar a una posición mucho muy baja. Por supuesto esto no pasa
si empezamos a interactuar con algún grupo de twitteros que se apoyen entre sí,
pero ese es otro tema diferente que tiene que ver con lo que hablé primero del
tiempo a invertir.
El tercer acontecimiento decepcionante para mí es la entrada
masiva de los famosos bots tanto en temas políticos como comerciales, una
estrategia pavovliana en donde lo importante es estar, decir y repetir hasta
que lo aceptes como normal, algo que va en contra de mi limitada capacidad de
percepción y atención. Pero además, sin duda más importante, la tendencia del
valor real de la información en Twitter vuelve a ser dejada en segundo término.
Así que llegué a la conclusión, si a nadie le interesa lo
que escribo entonces dejaré de preocuparme por incrementar el número de
seguidores. Esto lo decidí hace alrededor de 6 meses y me he estancado en la
misma cifra. De pronto crece por la actividad de búsqueda de crecimiento de
otros, pero en cuanto descubren que no los sigo me dejan de seguir. Mi decisión ha sido postear lo que escribo y
no interactuar a menos que haya alguna mención directa a mi persona que ha
dejado de ocurrir desde que deje de participar leyendo los tweets de otros.
SI lo ve uno desde el punto de vista de intercambio social
el resultado es totalmente justo. ¿Por qué deberían de leerme y mencionarme si
yo no correspondo con lo mismo? Pero si lo ve uno desde la perspectiva de la
promoción y la generación de contenido de valor la perspectiva cambia. Esta actividad se hace para ofrecer un
servicio útil por la información que se difunde, se debe leer porque interese y
no como un favor de reciprocidad.
A cambio otras redes sociales han ido creciendo en
importancia en cuanto al tráfico que generan: Linkedin, Google Plus y por
supuesto la controvertida Facebook. En ellas, al menos en mi experiencia, el
contenido sigue siendo más importante que la reciprocidad y en ellas me estoy
enfocando, hasta que encuentre una nueva manera de participar en Twiiter.
Es importante aclarar que yo no quiero decir que esta red
social es un fracaso. No lo considero así, conozco gente cuyo modelo de negocio
está basado en sus relaciones con Twitter y también a no pocos profesionales de muy alto nivel que
sólo consultan Twitter porque han encontrado un grupo interesante para
compartir información. Para ellos esta red social es sumamente útil y si
tuviera que pensar en ofrecer una estrategia similar, sin duda la propondría a
mis clientes o lo haría para mí.
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