Hace algunos años cuando -para las empresas- la conexión a
internet era limitada por su ancho de banda y sólo se usaba para enviar y
recibir correos electrónicos, se hablaba del impacto que la conexión de
computadoras causaría en la productividad. Computadoras comunicadas abrían las
puertas a las mentes para que, al colaborar en conjunto, se potenciarían las
ideas y las empresas irían a otra dimensión.
Fueron los tiempos de los famosos workgroup y del nacimiento
de promesas de productividad como el ahora casi extinto Lotus Notes. Pero todo
esto perdió fuerza e interés cuando
llegó el web y su enorme capacidad para hacer publicidad y mercadotecnia. Posteriormente
las redes sociales -bajo esta inercia- han sido vistas bajo la misma óptica. A
lo más que están acertando algunas empresas es en profundizar en la información
que producen estas redes para analizar,
mediante procesos analíticos, los datos
y tendencias que son oro molido para afinar la estrategia y tácticas de las
empresas.
Sin embargo, las redes sociales ofrecen mucho más que esto para
la productividad empresarial y para fortuna se empieza a hablar de esto. Carl Moore,
colaborador de la revista Forbes escribió en su artículo “From Social Networksto Collaboration Networks: The Next Evolution of Social Media for Business” lo
siguiente:
Las redes sociales se están convirtiendo en puntos de contacto
únicos para involucrar a las comunidades, iniciar conversaciones, reclutar a empleados expertos y desarrollar
nuevas ideas innovadoras. Las firmas que aprovechan con éxito las redes
sociales, se están involucrando con sus comunidades en la conversación de forma
explícita para aprovechar su capacidad y energía intelectual. Piden a sus
clientes y seguidores que participen en un intercambio de ideas para que puedan
aprender de ellos cómo ser una mejor empresa, ofrecer mejores productos y
servicios, o de apoyar los valores y los problemas de la comunidad.
Moore cita a Linux como el
primer ejemplo del poder de colaboración total, el cual elevó su nivel de calidad, innovación
y rapidez en el lanzamiento de nuevas característica.
El autor asegura que ya son muchas empresas han comenzado a adoptar y
desarrollar redes de colaboración para crear valor. Estos negocios han entendido que las ideas pueden venir de
cualquier persona, dondequiera y en cualquier momento.
Cita tres ejemplos donde se aprovecha esta mentalidad: el
caso de la empresa Goldcorp para rescatar una empresa a ´punto extinción, la
red interior de IBM denominada Beehive que promueve el trabajo en equipo y la
innovación y InnoCentive, una comunidad
virtual creada para que los solicitantes (empresas con problemas) y problemas
(científicos, ingenieros, profesionales y empresarios con las soluciones) para
colaborar en los retos que la investigación y desarrollo impulsada por las
organizaciones están enfrentando.
Claro estamos hablando de un artículo de la revista Forbes,
por lo que los ejemplos tienen escala global. Pero la óptica de Moore es
estimulante. Es tiempo de que las empresas empiecen a pensar en ver más allá
del potencial de las redes para hacer mercadotecnia y se considere el potencial
de la colaboración.
Recientemente una empresaria del sector de arquitectura me
hizo una pregunta en LinkedIn que despertó mi imaginación e: “Me interesa saber
cómo funciona el Google+, para comunicación interna, ¿qué opinas?”. El
potencial de esta idea disparada como pregunta es fascinante. Por supuesto no
es un tema tecnológico, la solución es posible Google+ lo permite. El reto es
de cultura empresarial y de disciplina y formación de los colaboradores de las
empresas que lo implanten. Sin embargo el potencial de productividad es inmenso
y recupera el camino hacia el uso de la tecnología para alcanzar los objetivos
de las empresas de un modo mucho más contundente y creativo. Lo importante es que el costo de hacerlo es
prácticamente nulo desde el punto de vista de inversión tecnológica.
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