Una cosa es ser popular y otra rentable. Se suele pensar que
son atributos que van juntos, pero no siempre es así, particularmente en
internet en donde muchas veces la popularidad no encuentra una manera de
convertir esa fama en dinero contante y sonante.
Y este es el caso de Facebook cuyos usuarios rondan la
estratosférica suma de 800 millones. Algo que no significa mucho cuando se
analiza lo que estos usuarios dejan en los bolsillos de los dueños de esta redo
social.
Para muestra un botón. El caso Doug, la marioneta de Ford
logró atraer a más de 43 mil fans, pero Facebook sólo vio pasar unos centavos
de los $95 millones de dólares que esta la automotriz empleó para promover su
Focus 2012. Este es un buen ejemplo de
lo que ocurre con la red social más popular del mundo. Las grandes marcas están
ahí, pero invirtiendo realmente poco; porque la redes sociales se encargan de
difundir la información que antes sólo se trasmitía por mecanismos publicitarios
Esto, por supuesto, lo quiere cambiar Facebook pero en su
búsqueda de soluciones está arriesgando uno de sus valores más apreciados: la
acción de compartir entre amigos que a decir de sus críticos (como Molly Wood )
la está arruinando.
De acuerdo con Robert Scoble lo que Facebook está buscando
al meterse en la información personal y convertirla en “recomendación” es crear
un nuevo medio de comunicación, uno que llegue a nosotros, de acuerdo con
nuestras preferencias y gustos. Algo interesante si no fuera por la invasión a
la privacidad a la que está recurriendo Facebook para lograrlo, al recopilar
todo lo que sus usuarios hacemos en la red, incluso cuando no estamos logeados
en este sitio social.
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