El lado oscuro del liderazgo

Las personas que ocupan un puesto de liderazgo saben que entre más asciendan en esta trayectoria más solos estarán. Esta soledad no es física, si no mental, pero esto se convierte en un aislamiento aún mayor. Pues al estar rodeados de personas saben que no pueden dudar frente a ellos, ni tener errores “terrenales”, los seguidores esperan que el líder de una instrucción, una guía, palabras motivadoras, que inspire, por ello no pueden mostrar dudas, aunque casi siempre las tengan.

El liderazgo requiere de formación disciplina y sobre todo de humildad interna, algo que casi nunca ocurre. Conforme le seducen los dulces sabores del poder, el líder confunde su puesto con su persona y ocurre una sublimación imperceptible pero determinante: de pronto los deseos personales se convierten en las pasiones del líder y se pierde la esencia y razón de ser del liderazgo. De este modo una buena persona, un rebelde con convicciones cambia para convertirse en una especie de reyezuelo en donde espera que sus deseos sean aceptadas como leyes divinas.

Esto ocurre en cualquier nivel de liderazgo y es más notorio entre menos esté preparado el líder para asumir esta posición. Nuestras instituciones aún son imperfectas y como explica este artículo de Working Knowledge de HBS, los líderes requieren recordar que ellos sirven a sus seguidores y no al revés, en esto ayuda la meditación y las personas cercanas que le recuerden su papel.

¿Por qué los líderes fallan? Bill George da una respuesta profunda sobre la que hay que reflexionar.

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