Prejuicios: entre la comprensión y la comunicación

Debido a que el mundo lo conocimos a través de una visión dimensionada por un cuerpo infantil pequeño y débil, la realidad la interpretamos de una forma dual: lo cercano lo entendimos al conocer lo lejano a nosotros, lo alto desde una altura muy baja, lo fuerte por medio de una debilidad propia, lo seco a través de lo húmedo y así sucesivamente construimos una visión dual del mundo.

Cargamos con esta estructura simbólica toda la vida. Necesitamos de comparar las cosas para poderlas entender. Por ello los prejuicios ganan terreno más rápido que cualquier información. Se puede decir que antes de entender clasificamos la información de modo que ya tenemos una opinión de ella antes de conocerla realmente, si es que llegamos a hacerlo.

Si en nuestra tarea de comunicación queremos enviar un mensaje que sea aceptado por todos es importante comprender que luchar contra este mundo simbólico dual es una batalla perdida. Es mucho más fácil utilizarlos, buscando que el mensaje caiga en ese lado de los prejuicios que la gente da por aceptables.

Esto sólo es fácil para las personas que carecen de escrúpulos, capaces de decir lo necesario para que su mensaje sea aceptado fácilmente. Para aquellos que quieren enviar mensajes auténticos afrontan el reto de encontrar la suficiente flexibilidad ideológica interna que permita utilizar las palabras adecuadas, sin cambiar el verdadero sentido del mensaje. Esto indica que las palabras que se empleen deben de ser cuidadosamente analizadas para poder hacer un mensaje comprensible, pero evitando las interpretaciones incorrectas. De lo que se trata es de enriquecer el mundo del perceptor con la ampliación de ese mundo simbólico con palabras con nuevos significados. En este punto la comunicación, incluso la comercial y la política, se asemeja mucho a la educación.

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