Estoy realmente impresionado con la lectura de este texto “Good Capitalism, Bad Capitalism: What Is a Market Economt and How Can It Deliver”, pues no sólo explica lo que ha ocurrido con la economía de los países subdesarrollados versus los poderosos, en mi caso es –además- el enlace del pasado con el futuro, cuando la caída del muro de Berlín dislocó todas mis creencias.
Como no soy economista, el análisis de los tipos de capitalismo y sus propuestas de cómo hacerlos funcionar para activar la productividad los voy a dejar para que sus lectores lleguen a sus propias conclusiones. Ahora me interesa concentrarme en el capitalismo emprendedor que es cuando las economías están dominadas por firmas nuevas. La ventaja de las nuevas firmas es su independencia –dice el autor-. Los fundadores (de estas firmas nuevas) a menudo no tienen interés en el status quo y por ello tienen más probabilidades de comercializar su innovación quebrantadora que es la responsable del desarrollo económico duradero.
Más allá de lo que propone sobre la ventaja de mezclar este tipo de capitalismo con el de la economía de las grandes firmas, resulta obvio que el emprendimiento ha sido factor de cambio más importante en todas las épocas. Y dadas las circunstancias decadentes de la política y sus ideologías, quizás sea el mecanismo más viable para lograr una revolución en las economías: cuando los incentivos son adecuados, el emprendedor crea riqueza, genera empleos, propicia cambios por su innovación, incrementa la productividad y, entre otros beneficios, abre nuevos espacios de vivencias humanas.
El emprendimiento, es decir, la cualidad (y el derecho) del ser humano de decidir individualmente su modo de generar beneficios para su subsistencia, después de la degradación del corporativismo y de las empresas paternalistas que resolvían la vida sus empleados, es una acción de libertad: emprendo porque no voy a esperar que el estado o las empresas resuelvan mi vida, emprendo porque mis ideas pueden cambiar la vida de muchos, emprendo porque soy dueño de mi destino.
La propuesta de Robert Litan, autor del texto mencionado, es fascinante al menos para fundamentar teóricamente la mercadotecnia alternativa. Al explicar que no hay muchos capitalismos, sino varios mezclados en una sociedad (cosa que me recuerda a Gramsci) da sustento al concepto de mercadotecnia alternativa: también hay varias mercadotecnias: la oligárquica, del capitalismo de estado, de grandes marcas y la emprendedora. Es decir, al igual que la mercadotecnia de grandes marcas, la economía emprendedora “requiere de prácticas relevantes y procesos para crear, comunicar, liberar e intercambiar las ofertas que tengan valor para los clientes, los socios y a la sociedad en general”
Si el emprendimiento es una acción de libertad, la mercadotecnia es su manifiesto.
Como no soy economista, el análisis de los tipos de capitalismo y sus propuestas de cómo hacerlos funcionar para activar la productividad los voy a dejar para que sus lectores lleguen a sus propias conclusiones. Ahora me interesa concentrarme en el capitalismo emprendedor que es cuando las economías están dominadas por firmas nuevas. La ventaja de las nuevas firmas es su independencia –dice el autor-. Los fundadores (de estas firmas nuevas) a menudo no tienen interés en el status quo y por ello tienen más probabilidades de comercializar su innovación quebrantadora que es la responsable del desarrollo económico duradero.
Más allá de lo que propone sobre la ventaja de mezclar este tipo de capitalismo con el de la economía de las grandes firmas, resulta obvio que el emprendimiento ha sido factor de cambio más importante en todas las épocas. Y dadas las circunstancias decadentes de la política y sus ideologías, quizás sea el mecanismo más viable para lograr una revolución en las economías: cuando los incentivos son adecuados, el emprendedor crea riqueza, genera empleos, propicia cambios por su innovación, incrementa la productividad y, entre otros beneficios, abre nuevos espacios de vivencias humanas.
El emprendimiento, es decir, la cualidad (y el derecho) del ser humano de decidir individualmente su modo de generar beneficios para su subsistencia, después de la degradación del corporativismo y de las empresas paternalistas que resolvían la vida sus empleados, es una acción de libertad: emprendo porque no voy a esperar que el estado o las empresas resuelvan mi vida, emprendo porque mis ideas pueden cambiar la vida de muchos, emprendo porque soy dueño de mi destino.
La propuesta de Robert Litan, autor del texto mencionado, es fascinante al menos para fundamentar teóricamente la mercadotecnia alternativa. Al explicar que no hay muchos capitalismos, sino varios mezclados en una sociedad (cosa que me recuerda a Gramsci) da sustento al concepto de mercadotecnia alternativa: también hay varias mercadotecnias: la oligárquica, del capitalismo de estado, de grandes marcas y la emprendedora. Es decir, al igual que la mercadotecnia de grandes marcas, la economía emprendedora “requiere de prácticas relevantes y procesos para crear, comunicar, liberar e intercambiar las ofertas que tengan valor para los clientes, los socios y a la sociedad en general”
Si el emprendimiento es una acción de libertad, la mercadotecnia es su manifiesto.
Comentarios
Saludos!
Gracias por tu comentario. Totalmente de acuerdo, es tiempo de que vayamos creando condiciones para mejorar la economía y no esperar absolutamente nada de las medidas macroecnómicas que no dicen nada claro a los individuos.