El Oráculo de la Mercadotecnia

El dueño de una naciente empresa se preguntaba como enfrentar a sus competidores, la mayor parte de ellos fuertes y con marcas bien posicionadas en el mercado. Entre más lo analizaba más se convencía de que debía de aprovechar todos los recursos del marketing para crear una imagen de su empresa que estuviera a la altura de la competencia.

El problema es que como toda empresa naciente, su negocio era pequeño y sin muchos recursos económicos, por lo que su objetivo lucía inalcanzable. Así que se dedicó a preguntar a todo mundo con la esperanza de que alguien le dijera cómo, con el uso de herramientas poderosas de comunicación, podría crear una marca que pareciera poderosa, con respaldo de calidad y experiencia, pero que además le costará muy poco.

Los expertos mercadotecnia que consultó llegaban a la conclusión de que no podían ayudarle, pues no contaba con recursos para su proyecto. El más ambicioso de ellos le dijo: “Nosotros podemos convencer al público de que un gato es un perro, pero para ello requiere invertir”

Desilusionado el empresario dejó de preguntar y un día terminó por narrar, en un café a sus amigos, su infructuoso recorrido y las respuestas de los asesores de imagen que pudo consultar.

Un hombre que estaba sentado en la mesa de al lado escuchó la conversación, al retirarse tocó el hombro del empresario y le dijo en voz baja:

“Para resolver sus dudas, consulte al Oráculo de la Mercadotecnia”

“¿Cómo? –respondió mirando fijamente al sujeto a los ojos- ¿eso existe?”

“Claro" –contestó el hombre con una mirada aún más penetrante, y de modo amable le extendió el brazo ofreciéndole una tarjeta que sólo contenía una dirección, el sujeto agregó-: "El Oráculo de la Mercadotecnia sólo contesta tres preguntas. Piense bien lo que le va a preguntar”.

El empresario guardó por varios días la tarjeta pensando que era una broma. Pero un día se dijo a sí mismo que no perdía nada con probar, así que se encaminó hacia la dirección anotada en la tarjeta, sin pensar en sus preguntas.

Al llegar, no necesitó llamar a la puerta, estaba abierta. Sorprendido por la decoración, camino por la única dirección que podía tomar, hasta donde estaba una sencilla silla situada frente a un enorme espejo. El empresario se sentó a esperar que alguien le diera instrucciones. Pero no fue así. Una voz que parecía no salir de ningún lado le dijo con mucha autoridad

“Pregunta”

El empresario balbuceó:

“Vengo a preguntar cómo puedo hacer para crear una imagen de mi empresa tan importante o más que la de mis competidores.”

La voz contestó con mucha autoridad y fuerza:

“Con la verdad”

El empresario, a pesar de la sorpresa y el lugar extraño y desconcertante en el que se encontraba, no puedo evitar sentirse alterado por una respuesta tan simple y -a todas luces errónea-, por lo que dijo indignado:

“Eso no es posible. Mis competidores son grandes y poderosos. Tiene mucho prestigio y marcas que son aceptadas. Yo acabo de formar una pequeña empresa que intenta ofrecer algo diferente, pero que nadie conoce, ni quiere escuchar, ni confía. ¿Cómo les explico a mis clientes potenciales que tengo algo extraordinario que ofrecerles si no tengo una imagen poderosa que me haga parecer convincente?"

El Oráculo respondió:

“Con la verdad”

Entonces el empresario gritó totalmente enojado


"Esto es una locura. Creo que no entiendes. La competencia es fuerte. Mis clientes potenciales dudarían si sólo les digo lo que hago y sus beneficios. Eso no es viable. ¿Cómo van a creerme mis posibles clientes si no tengo una imagen que me respalde?

El Oráculo respondió:

“Con la verdad”

Un instante después, las luces de la habitación se apagaron, por lo que el empresario se dio cuenta que lo que creía que era un espejo en realidad era un ventanal que dejaba ver un amplio horizonte. Entendió que la consulta había terminado. Así que salió de la oficina un poco desconcertando. Conforme iba caminando se daba cuenta que auque no había preparado sus preguntas, éstas no sólo habían sido acertadas, si no que además, suficientes para obtener todas sus respuestas. Lleno de optimismo palpó la tarjeta con la dirección que había guardado en el bolsillo de su saco, pensando que llegaría al momento de dársela a alguien que la necesite.

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