No es una reflexión filosófica, ni un sesudo parafraseo de la popular frase de Descartes, es solamente una de esas crudas realidades que descubren los experimentos científicos
Sucede que de acuerdo con el director del instituto alemán Max Planck para la investigación cerebral, Dr. Wolf Singer, desde el punto de vista neurobiológico, el ser humano carece de libre albedrío, ya que el cerebro es el encargado de tomar las decisiones.
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Así que en lugar de tener la libertad de decidir las cosas, parece que más bien tenemos la libertad de no decidirlas, pues contamos con apenas 100 milisegundos para detener actos decididos por ese dictador llamado cerebro.
Sucede que aquello que pensamos que es una decisión, en realidad es la justificación posterior de cambios de estado que de cualquier forma sucederían, porque la información para tomar decisiones se basa en la experiencia propia.
Esto no significa que el cerebro tome decisiones de forma arbitraria si no que se éstas se van construyendo con base en la experiencia propia, de modo tal que decidimos del modo en como vivimos experiencias anteriores.
Obviamente estos descubrimientos tienen muchas implicaciones éticas y legales, pero también es un conocimiento relevante para aquellos que se dedican a la mercadotecnia y que quieren influir en las decisiones de sus consumidores.
La construcción de experiencias positivas en torno a la marca será a fin de cuentas las que decidan las decisiones del consumidor.
Es obvio que cada vez es menos importante esforzarnos en el discurso, el marketing o la publicidad y que es mucho más conveniente enfocarse en la construcción de relaciones productivas con nuestros clientes en donde cada instante de contacto es fundamental, o sea al branding
Sucede que de acuerdo con el director del instituto alemán Max Planck para la investigación cerebral, Dr. Wolf Singer, desde el punto de vista neurobiológico, el ser humano carece de libre albedrío, ya que el cerebro es el encargado de tomar las decisiones.
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Así que en lugar de tener la libertad de decidir las cosas, parece que más bien tenemos la libertad de no decidirlas, pues contamos con apenas 100 milisegundos para detener actos decididos por ese dictador llamado cerebro.
Sucede que aquello que pensamos que es una decisión, en realidad es la justificación posterior de cambios de estado que de cualquier forma sucederían, porque la información para tomar decisiones se basa en la experiencia propia.
Esto no significa que el cerebro tome decisiones de forma arbitraria si no que se éstas se van construyendo con base en la experiencia propia, de modo tal que decidimos del modo en como vivimos experiencias anteriores.
Obviamente estos descubrimientos tienen muchas implicaciones éticas y legales, pero también es un conocimiento relevante para aquellos que se dedican a la mercadotecnia y que quieren influir en las decisiones de sus consumidores.
La construcción de experiencias positivas en torno a la marca será a fin de cuentas las que decidan las decisiones del consumidor.
Es obvio que cada vez es menos importante esforzarnos en el discurso, el marketing o la publicidad y que es mucho más conveniente enfocarse en la construcción de relaciones productivas con nuestros clientes en donde cada instante de contacto es fundamental, o sea al branding
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