La política, según recuerdo, es una guerra simbólica. En lugar de que los hombres se líen a golpes, se inventó la política para liarse con palabras. Pero con la llegada de la empresa privada el discurso político para la organización social fue insuficiente y entonces surgió la publicidad. La función de la publicidad, su nombre lo dice, es hacer público. Es decir dar a conocer.
Cuando dos grupos sociales hacen política, crean una guerra simbólica, cuando dos empresas compiten también. El botín es la preferencia del público y las armas son los conceptos, los cuales se pueden expresar con palabras, imágenes, sonidos y combinaciones de ellos.
Los grandes guerreros, los de las guerras verdaderas dedican mucha atención a la preparación, selección y perfeccionamiento en el uso de sus armas. Myamoto Musashi, un guerrero samurái, el mejor de su tiempo, que peleó más de 60 combates a muerte, sin perder, habla muy claramente sobre esta preparación en su libro de los cinco anillos.
Si la publicidad y la mercadotecnia son a fin de cuentas guerras simbólicas en las cuales los guerreros son los profesionistas de estas disciplinas, habría que preguntarse que tanto se preparan en el en la selección, planificación y perfeccionamiento en el uso de los conceptos.
Los publicistas pragmáticos dirán que lo importante no es dominar los conceptos, si no tener la capacidad de captarlos de la sociedad y reutilizarlos adecuadamente para el objetivo comercial que se persiga.
Probablemente tenga razón, pero eso es lo que hasta la fecha hemos conocido como publicidad engañosa y lo que ha desacreditado tanto a esa profesión.
El discurso comercial que se construye con la suficiente habilidad y conocimiento para “hacer público” el servicio o producto que se ofrece es lo que caracteriza a las empresas exitosas. Ahora se le llama branding, y se escucha bien, aunque aún no se encuentre una traducción exacta al español.
Repasemos estos conceptos en el plano personal. ¿Que también dominamos los conceptos que nos definen?, ¿qué tanto los conocemos?, ¿qué hemos hecho para planear la selección de los más adecuados a nosotros mismos?
Si no lo sabes, si no tienes la capacidad de definirte con claridad y contundencia, entonces no esperes que alguien compre tu propia marca personal.
Cuando dos grupos sociales hacen política, crean una guerra simbólica, cuando dos empresas compiten también. El botín es la preferencia del público y las armas son los conceptos, los cuales se pueden expresar con palabras, imágenes, sonidos y combinaciones de ellos.
Los grandes guerreros, los de las guerras verdaderas dedican mucha atención a la preparación, selección y perfeccionamiento en el uso de sus armas. Myamoto Musashi, un guerrero samurái, el mejor de su tiempo, que peleó más de 60 combates a muerte, sin perder, habla muy claramente sobre esta preparación en su libro de los cinco anillos.
Si la publicidad y la mercadotecnia son a fin de cuentas guerras simbólicas en las cuales los guerreros son los profesionistas de estas disciplinas, habría que preguntarse que tanto se preparan en el en la selección, planificación y perfeccionamiento en el uso de los conceptos.
Los publicistas pragmáticos dirán que lo importante no es dominar los conceptos, si no tener la capacidad de captarlos de la sociedad y reutilizarlos adecuadamente para el objetivo comercial que se persiga.
Probablemente tenga razón, pero eso es lo que hasta la fecha hemos conocido como publicidad engañosa y lo que ha desacreditado tanto a esa profesión.
El discurso comercial que se construye con la suficiente habilidad y conocimiento para “hacer público” el servicio o producto que se ofrece es lo que caracteriza a las empresas exitosas. Ahora se le llama branding, y se escucha bien, aunque aún no se encuentre una traducción exacta al español.
Repasemos estos conceptos en el plano personal. ¿Que también dominamos los conceptos que nos definen?, ¿qué tanto los conocemos?, ¿qué hemos hecho para planear la selección de los más adecuados a nosotros mismos?
Si no lo sabes, si no tienes la capacidad de definirte con claridad y contundencia, entonces no esperes que alguien compre tu propia marca personal.
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