Una de las conductas que no nos distinguen del resto de las especies animales es nuestra tendencia a actuar en “modo rebaño”, es decir, seguir lo que los demás hacen, aunque no entendamos exactamente por qué.
Sin duda esta reacción nos ha salvado de muchos riesgos, especialmente en la era primitiva, pero también en la actual. Correr en mismo sentido que todos corren por pánico, puede salvarnos la vida, aun cuando no sepamos el motivo del pánico.
Pero a diferencia de los animales el ser humano tiene la capacidad de tomar decisiones propias basadas en su propio proceso mental y no en lo que le dicta la especie. Así que muchas veces vale la pena reflexionar sobre si lo que están haciendo los demás es lo más conveniente para nosotros mismos, desde el punto de vista individual.
Un ejemplo obvio es no comprar cuando todo mundo lo está haciendo, pues este es con frecuencia lo único que hace es inflar los precios de forma desproporcionada. Los viejos hombres de negocio aconsejan a menudo que hay que vender cuando todos compran, y comprar cuando todos venden, claro con el adecuado análisis de las circunstancias que rodean el fenómeno masivo de compra venta.
En muchas ocasiones el espíritu empresarial es claramente lo contrario a la conducta del rebaño. Se requiere de un carácter fuerte para ser innovador y atreverse a realizar lo que los demás no se atreven ni siquiera a pensarlo.
En estos momentos de crisis, cuando todo mundo aconseja guardar lo más posible y evitar hacer gastos innecesarios es cuando surgen empresarios que arriesgan mucho, quizás todo lo que tienen, para ofrecer un servicio que su intuición les dice que tendrá gran demanda.
Es posible que algunos de estos aventurados emprendedores no calculen bien el riesgo y fracasen en su intento, pero aquéllos que lo logren tendrán la oportunidad no sólo de solventar un momento de crisis, si no además ver como su empresa se desarrolla en un entorno ácido y aparentemente empobrecido. Vale la pena el riesgo.
Sin duda esta reacción nos ha salvado de muchos riesgos, especialmente en la era primitiva, pero también en la actual. Correr en mismo sentido que todos corren por pánico, puede salvarnos la vida, aun cuando no sepamos el motivo del pánico.
Pero a diferencia de los animales el ser humano tiene la capacidad de tomar decisiones propias basadas en su propio proceso mental y no en lo que le dicta la especie. Así que muchas veces vale la pena reflexionar sobre si lo que están haciendo los demás es lo más conveniente para nosotros mismos, desde el punto de vista individual.
Un ejemplo obvio es no comprar cuando todo mundo lo está haciendo, pues este es con frecuencia lo único que hace es inflar los precios de forma desproporcionada. Los viejos hombres de negocio aconsejan a menudo que hay que vender cuando todos compran, y comprar cuando todos venden, claro con el adecuado análisis de las circunstancias que rodean el fenómeno masivo de compra venta.
En muchas ocasiones el espíritu empresarial es claramente lo contrario a la conducta del rebaño. Se requiere de un carácter fuerte para ser innovador y atreverse a realizar lo que los demás no se atreven ni siquiera a pensarlo.
En estos momentos de crisis, cuando todo mundo aconseja guardar lo más posible y evitar hacer gastos innecesarios es cuando surgen empresarios que arriesgan mucho, quizás todo lo que tienen, para ofrecer un servicio que su intuición les dice que tendrá gran demanda.
Es posible que algunos de estos aventurados emprendedores no calculen bien el riesgo y fracasen en su intento, pero aquéllos que lo logren tendrán la oportunidad no sólo de solventar un momento de crisis, si no además ver como su empresa se desarrolla en un entorno ácido y aparentemente empobrecido. Vale la pena el riesgo.
Comentarios
Felicidades te frecuentare seguido.
Saludos
JM
www.productopolis.com
Gracias por tu comentaruo JM
Saludos
Gustavo