O nos recreamos o nos hundimos

Ante la agudeza de la crisis, que en nuestro entorno irá “in crescendo”, muchas empresarios tendrán que actuar, aunque no quieran. (Sobre todo si no cuentan con cómplices como Ahumada o con socios como Don Carlos).

En realidad los dueños de PyMES tienen varias opciones; la más común es la de dejarse llevar por el pánico, cancelar proyectos débiles o no rentables, achicar la plantilla de su personal, cancelar gastos innecesarios e inversiones polémicas como los de la publicidad y, si es necesario, bajos costos sacrificando en lo posible la calidad de los productos. También pueden esperar a que la caída en ventas toque sus puertas e ir tomando decisiones gradualmente, buscando conservar en lo posible el equipo y los proyectos intactos. Se suele también buscar soluciones en las áreas de mercadotecnia y ventas con la esperanza de que “ahora sí” le echen ganas y traigan nuevos clientes. Algunas otras, quizás las más visionarias, buscarán océanos azules en nuevos mercados.

Estas son -a mí parecer- las reacciones que están siendo más practicadas en estos tiempos de incertidumbre. Sin embargo si las analizamos a fondo en realidad ninguna de ellas, excepto quizá la última, no tienen el mismo nivel de intensidad que el de la crisis. Es decir se planean respuestas con ideas tibias y débiles, frente a una tormenta que parece aterradora.

Los tiempos ameritan respuestas revolucionarias, exigen cambios de fondo que no sólo aminoren los embates de la crisis, si no que aproveche nsu fuerza para crecer. Para ello no es suficiente de un buen marketing, se requiere además de ideas profundamente creativas de todos los miembros que integran a las empresas.

“Las compañías que no logren responder de forma flexible al cambio ya están por cierto condenadas al fracaso. Pero hay mucho más en juego. Las economías de países enteros dependen de las capacidades creativas emergentes de su pueblo. Como nunca antes, la calidad general de la vida de un país depende de la aplicación de la inteligencia, incluso de la sabiduría, para la solución de los problemas de trabajo”.

Esta cita es de Daniel Goleman la extraje del libro “El espíritu creativo” (editorial Zeta p. 127) cuya lectura es muy recomendable. EL autor no se refiere obviamente a la crisis económica mexicana disparada por el virus H1N1, tampoco se refiere a la crisis estadounidense del 2008. Está hablando de retos que hoy me parecen hasta amigables como la globalización. Y sin embargo la voz de alarma es clara, la economía de países enteros está en juego. Por supuesto la de nuestras empresas también
Quizás ninguno de los lectores sepa de la fama que tenían los tepiteños hace algunos años, aparte de ser un lugar peligrosos) antes del contrabando, las drogas y el hipercomercio informal. Por los años cincuentas este barrio era también popular porque reparaban lo irreparable, recreaban lo imposible. Además de ser un barrio bravo, también contaba con personajes que enorgullecían a los demás por su ingenio y creatividad.

No sólo en ese barrio, en los cincuentas y sesentas había por todo el país “maestros ( no profesionistas), que inventaban cosas, que recreaban lo importado y resolvían muchos retos con los siempre pocos recursos disponibles. Era una era de la inventiva, de los talleres de la creatividad (mecánicos, carpinteros, alfareros). México quería también ser reconocido por su ingenio. Hoy es tiempo de rescatar ese sentimiento enterrado.

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