Si todo mundo hiciera lo que propone Timothy Ferriss, autor del libro The 4-Hour Workweek” (La semana laboral de cuatro Horas), se caerían dramáticamente las ventas del Blackberry, Treo, computadoras portátiles y todos los accesorios destinados a los usuarios móviles.
Su propuesta es terriblemente tentadora: aumente su productividad y trabaje sólo 4 horas a la semana. ¿Cómo? Practique la “ignorancia selectiva”, aléjese de la información inútil, delegue absolutamente todo y pídales a sus subalternos que solamente le consulten cuando haya urgencias realmente serias
Por disparatado que parezca sus ideas están cautivando a muchos, incluso a los habitantes que son crema y nata del mundo de la tecnología, como el cofundador de NetScape Marc Andreessen, quien dice haber quedado cautivado con sus ideas, “pues combina todas las teorías de la administración del tiempo y la productividad de los últimos 30 años”.
Otros entusiastas ya han intentado llevar la teoría a la práctica, como, Jason Hoffman, cofundador de la empresa de software Joyent, que logró que sus empleados se sintieran menos abrumados y que tuvieran más noches libres, con sólo ordenarles que dejaran de usar los mensajes instantáneos, no realizaran tareas simultáneas y restringieran al mínimo el uso del correo electrónico.
Para mí la propuesta es una utopía, casi alcanzable sólo para propietarios de negocios muy lucrativos. Sin embargo no deja de llamar la atención sobre el efecto que según el autor causan las herramientas de “productividad” que tanto han cantado los creadores de nuevas formas de comunicación empresarial.
“Los Blackberrys y el correo electrónico no son malos por naturaleza” dice Ferriss, pero es como la medicina la dosis aplicada es la que convierte una cura en veneno.
Lo mismo se puede decir de la mensajería instantánea que se roba la productividad de millones de adictos a los chats, quienes diariamente pretender llevar varías conversaciones a la vez, al mismo tiempo que aseguran que están “trabajando”.
Cada vez son más las empresas que deciden prohibir el uso de la mensajería instantánea entre sus empleados pues sus resultados de productividad han demostrado que son personas que viven casi desconectadas al mundo físico que les rodea. lo cual a mi me genera un sentimiento contradictorio, pues también es un hecho que el intercambio de archivos e información es bastante eficiente y económica.
La propuesta también tiene mucho sentido en lo personal. Recuerdo los primeros anuncios de usuarios móviles que trabajaban disfrutando en una cómoda silla en una playa paradisíaca.
La realidad no ha sido así. Por el contrario estas herramientas aumentan la adicción al trabajo de quienes ya lo son, pues ahora pueden llevarse el trabajo a casa e incluso hasta en las vacaciones. Para los no adictos al trabajo las herramientas móviles son casi una pesadilla, pues el traer a la mano el trabajo que se dejó pendiente en la oficina, genera muchos sentimientos de culpa o gente menos feliz.Es una propuesta que vale la pena reflexionar. Lástima por la mercadotecnia TIC
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