Globalidad y mercadotecnia local: el único del mundo

Hace unos días, en uno de los restaurantes tradicionales de Mocambo, en Veracruz, un vendedor de discos piratas se nos acercó para ofrecernos sus productos, entre ellos unos discos de Décimas Veracruzanas.

-“Éstos son más caros, pero muy buenos porque es un diálogo entre un hombre y una mujer” comentó el vendedor
-¿Por qué más caros? –pregunté-, sí son igual de piratas…
-“No claro que no, éstos son originales…me los da el compositor a mí solamente para que los venda”
-“¿Sólo a ti y a nadie más?”
-“Sí, sólo a mí. Si quiere le traigo a cualquier otro vendedor de discos que ande por aquí y verá que no le miento”
-“¿Ahora me dices que tu eres el único con el que puedo comparar estos discos?”
-“Sí”
-¿El único en el mundo? –le especifique la pregunta con cierto sarcasmo
-“Pues sí –titubeo un instante-, no lo había pensado así, pero viéndolo bien sí. ¿Dónde más los podría conseguir?”

El vendedor de CDs me dejó sin respuesta. Quizá no era el único en el mundo, pero en ese momento para mí si lo era, así que o se los compraba a él, o me iba de ese poblado sin escuchar las misteriosas Décimas. Lo pensé unos instantes y terminé por sacar mi cartera: le pagué lo que pedía.

Más tarde al llegar a la ciudad de México recordé esa transacción y el modo en como un modesto comerciante de pronto se convirtió para mí en la única opción en el mundo. En realidad esa es la única manera que tenemos tanto las personas como las empresas de insertarnos al vertiginoso mundo de la globalidad, convirtiéndonos en los únicos del mundo que puede ofrecer lo que vendemos.

Lo recordé porque internarme a la ciudad venía leyendo los anuncios luminosos y los espectaculares: los Leonovo, los Renault, los Honda, los Burger King en realidad son también únicos del mundo, pero no lo son para los distribuidores y los dueños de franquicias, quienes tienen que competir con sus similares para obtener un pedazo del pastel.

Pocos lo ven como oportunidad, pero la manera más inteligente de entrar a la globalidad no es comprando lo que ésta nos ofrece, sino vendiendo aquello que sólo nosotros podemos vender.

Sin embargo ¿qué le falta al vendedor de discos para ser tan rico como los otros?

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