Parece increíble pero en muchas ocasiones los sentimientos que deseamos permanezcan en un apartado rincón de nuestra intimidad, son los que terminan siendo rectores de decisiones importantes. Aunque todos deseamos ocultarlos, esto le ocurre a cualquier persona, incluso a los que ocupan los más altos cargos de decisión.
Por ejemplo, según analistas políticos, Vicente Fox perdió su cordura democrática cuando se enteró, a través de sus propias encuestas, que AMLO era más popular que su persona. Su odio y aberración hacia este personaje no se debía al parecer a diferencias en la geometría política, ni a visiones sesudas de desarrollo económico, sino a un simple pero oscuro sentimiento de envidia, muy probablemente engendrado en una peculiar inseguridad que invade a muchos lideres políticos. Este sentimiento no visible condujo a decisiones trascendentales que seguramente será registradas en los textos de historia.
Pero mas vale que no nos regocijemos por los errores de otros, porque nadie está exento de perder el control y permitir que nuestros inconfesables sentimientos nos dominen.
Esto es particularmente visible en algunos responsables de la mercadotecnia en empresas de todos los tamaños y giros. Muchos de ellos están enfocados a la ejecución de tareas de mercadotecnia que no les requiere ningún esfuerzo de pensamiento estratégico o toma de decisiones riesgosas.
Vivir en el confortable entrono de los modelos probados y aprobados por todos es el mejor escenario para quienes por temor a equivocarse o por la vergüenza para reconocer su carencia de conocimientos, prefieren que la vida fluya sin sobresaltos.
“Nadar de muertito” será siempre una opción más atractiva que tomar una decisión que les cimbre el piso, aunque este tambaleo sea parte de un impulso que les proyectaría hacia un ascenso en su vida profesional.
Vale la pena detenerse a pensar si en lo personal estamos en un momento de parálisis por sentimientos que no queremos reconocer y, si es así afrontarlos, pues está comprobado que sólo trascenderán aquellos que se decidan a tomar riesgos.
Por ejemplo, según analistas políticos, Vicente Fox perdió su cordura democrática cuando se enteró, a través de sus propias encuestas, que AMLO era más popular que su persona. Su odio y aberración hacia este personaje no se debía al parecer a diferencias en la geometría política, ni a visiones sesudas de desarrollo económico, sino a un simple pero oscuro sentimiento de envidia, muy probablemente engendrado en una peculiar inseguridad que invade a muchos lideres políticos. Este sentimiento no visible condujo a decisiones trascendentales que seguramente será registradas en los textos de historia.
Pero mas vale que no nos regocijemos por los errores de otros, porque nadie está exento de perder el control y permitir que nuestros inconfesables sentimientos nos dominen.
Esto es particularmente visible en algunos responsables de la mercadotecnia en empresas de todos los tamaños y giros. Muchos de ellos están enfocados a la ejecución de tareas de mercadotecnia que no les requiere ningún esfuerzo de pensamiento estratégico o toma de decisiones riesgosas.
Vivir en el confortable entrono de los modelos probados y aprobados por todos es el mejor escenario para quienes por temor a equivocarse o por la vergüenza para reconocer su carencia de conocimientos, prefieren que la vida fluya sin sobresaltos.
“Nadar de muertito” será siempre una opción más atractiva que tomar una decisión que les cimbre el piso, aunque este tambaleo sea parte de un impulso que les proyectaría hacia un ascenso en su vida profesional.
Vale la pena detenerse a pensar si en lo personal estamos en un momento de parálisis por sentimientos que no queremos reconocer y, si es así afrontarlos, pues está comprobado que sólo trascenderán aquellos que se decidan a tomar riesgos.
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