Sin temor a equivocarme puedo asegurar que todos los dueños de pequeñas empresas son personas muy talentosas que han sabido llevar a su empresa en tiempos difíciles y con estilos a veces originales.
Este grupo de personas se pueden dividir en dos. Pero no estoy seguro que sea bajo el mismo criterio que retoma Seth Godin de empresarios y dueños de empresas. Yo los clasificaría por los que tienen una mente con frialdad aritmética y los apasionados.
Los apasionados son personas que les gusta ser dueños de sus empresas, les fascina lo que hacen y trabajan largas jornadas. El ambiente de negocios de México, los laberintos legales e impositivos, la inseguridad legal tanto comercial como laboral y la inseguridad para recuperar su cobranza, no los hace gente felices, como Godin lo dice de los estadounidenses. Los apasionados son mayoría y actualmente se están enfrentando a los cambios que lo mercados abiertos les están imponiendo. Dado que la mayor parte de su tiempo la ocupan trabajando, no han tenido el tiempo suficiente para desarrollar las nuevas habilidades que la globalidad les está imponiendo.
Los de frialdad aritmética son minoría, pero son los más ricos. No hacen precisamente lo que les gusta, si no que hacen lo que les genere dinero, que es lo único que les gusta. Con escuela o sin escuela tienen una frialdad para tomar decisiones que los hace visionarios y muy buenos negociadores. Empresarios de este tipo que conozco desde hace años, empezaron con un negocio y terminaron vendiéndolo para adquirir otro de mayor rentabilidad. Ellos son más felices, porque cuando pierden no está en juego su ser, es sólo una resta entre muchas de sus operaciones que suman. Su habilidad para hacer dinero no les lleva necesariamente en convertirse en dueños de empresas medianas o grandes.
Pero por más que repaso mentalmente, no encuentro en estos dueños de pequeñas empresas a personas que puedan definirse como empresarios en el sentido de como lo define Godin, que arriesgan el dinero de otros y se enfocan a la construcción de procesos que les permite crear empresas de dimensiones corporativas.
No quiero decir que no existan, de hecho son leyendas cuyas historias aparecen en los diarios y revistas de negocio nexicanas, lo que quiero decir es que no son muy comunes y que por lo tanto son seres muy extraordinarios en nuestro entorno.
Al parecer la mayoría de estos pequeños empresarios están más ocupados en su complicada vida cotidiana que en definir su destino. El tema es muy interesante porque lo que buscan estas empresas define lo que la mayoría de las unidades de negocio en México se está buscando: la supervivencia que no permite que el largo plazo ni siquiera pueda ser pensado. Lujo que no podemos permitirnos.
Este grupo de personas se pueden dividir en dos. Pero no estoy seguro que sea bajo el mismo criterio que retoma Seth Godin de empresarios y dueños de empresas. Yo los clasificaría por los que tienen una mente con frialdad aritmética y los apasionados.
Los apasionados son personas que les gusta ser dueños de sus empresas, les fascina lo que hacen y trabajan largas jornadas. El ambiente de negocios de México, los laberintos legales e impositivos, la inseguridad legal tanto comercial como laboral y la inseguridad para recuperar su cobranza, no los hace gente felices, como Godin lo dice de los estadounidenses. Los apasionados son mayoría y actualmente se están enfrentando a los cambios que lo mercados abiertos les están imponiendo. Dado que la mayor parte de su tiempo la ocupan trabajando, no han tenido el tiempo suficiente para desarrollar las nuevas habilidades que la globalidad les está imponiendo.
Los de frialdad aritmética son minoría, pero son los más ricos. No hacen precisamente lo que les gusta, si no que hacen lo que les genere dinero, que es lo único que les gusta. Con escuela o sin escuela tienen una frialdad para tomar decisiones que los hace visionarios y muy buenos negociadores. Empresarios de este tipo que conozco desde hace años, empezaron con un negocio y terminaron vendiéndolo para adquirir otro de mayor rentabilidad. Ellos son más felices, porque cuando pierden no está en juego su ser, es sólo una resta entre muchas de sus operaciones que suman. Su habilidad para hacer dinero no les lleva necesariamente en convertirse en dueños de empresas medianas o grandes.
Pero por más que repaso mentalmente, no encuentro en estos dueños de pequeñas empresas a personas que puedan definirse como empresarios en el sentido de como lo define Godin, que arriesgan el dinero de otros y se enfocan a la construcción de procesos que les permite crear empresas de dimensiones corporativas.
No quiero decir que no existan, de hecho son leyendas cuyas historias aparecen en los diarios y revistas de negocio nexicanas, lo que quiero decir es que no son muy comunes y que por lo tanto son seres muy extraordinarios en nuestro entorno.
Al parecer la mayoría de estos pequeños empresarios están más ocupados en su complicada vida cotidiana que en definir su destino. El tema es muy interesante porque lo que buscan estas empresas define lo que la mayoría de las unidades de negocio en México se está buscando: la supervivencia que no permite que el largo plazo ni siquiera pueda ser pensado. Lujo que no podemos permitirnos.
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