En el reciente juego entre Portugal y Angola, un africano -cuya constitución física no le pide nada a los brasileños en cuanto a corpulencia y agilidad- recibe un pase de espaldas a la portería portuguesa , en una situación ideal para anotar un gol. La acción parecía sencilla, sólo tenía que mover hacia un lado el pecho, ligeramente hacia abajo para colocar el balón a sus pies y con un giro de media vuelta patear con fuerza. Pero no ocurrió así, el jugador profesional -que seguramente ha hecho mil veces ese movimiento- se quedó paralizado y la pelota rebotó en su pecho para caer en territorio dominado por sus contrarios.
No le podemos culpar. Casi hasta podríamos decir que es comprensible: los cientos de años de colonialismo pesan todavía en muchos de nosotros, y se refleja hasta en nuestra tensión corporal. Algo similar ocurre con los jugadores mexicanos pierden por penales. Pero tampoco podemos ser autocondescendientes y justificar estas circunstancias como un destino inevitable.
Justamente el día del partido, el prestigiado gurú de mercadotecnia Al Ries escribe en Adage.com que la pregunta más frecuente que le hacen en sus conferencias y seminarios es ¿Qué reglas especiales tiene para las pequeñas empresas? Ries dice que su respuesta es siempre la misma: no hay reglas.
Para el gurú los 23 millones de pequeños negocios estadounidenses –y los casi tres mexicanos, que yo apunto- permanecerán pequeños. “Es un tema psicológico –escribe-. Si tu piensas en tu negocio como un pequeño negocio –y si buscas ideas y conceptos que ayuden a pequeños negocios- te mantendrás siempre como un pequeño y relativamente no rentable negocio”
Sin embargo, Al Ries termina su artículo con 2 reglas -que decía no tener y que siempre si tuvo- para las pequeñas empresas:
1. Pensar en grande. Si eres pequeño y quieres permanecer pequeño, piensa pequeño. Si eres pequeño y quieres ser grande, piensa en grande.
2. Sigue las leyes de la mercadotecnia. Si eres una pequeña empresa no irás a ningún lado a menos que sigas las leyes de la mercadotecnia. Si eres una empresa grande con recursos enormes, puedes violar con frecuencia las leyes y seguir adelante.
Es verdad, la mayoría de los pequeños empresarios pensamos en pequeño y justificamos nuestras carencias basados precisamente en nuestra pequeñez. No nos imaginamos nuestras marcas al lado de las grandes y por ello ni siquiera invertimos en ellas. Lo mismo ocurre con la apariencia de las oficinas, con la papelería corporativa, con las presentaciones de ventas. Ni que decir de sentarse unas horas para definir una estrategia. Podríamos argumentar falta de recursos, pero quizá sea más autocomplacencia.
Si pensamos en pequeño, nos alegraremos de pequeñas victorias, como el festejo por el primer triunfo del equipo mexicano. ¿Por qué se festeja tanto? Esto ya se ha logrado antes. ¿Es por qué, como mexicanos, tememos que los jugadores no son capaces de superarse a sí mismos? Una cosa es reconocer que somos pequeños y otra es conformarnos con triunfos pequeños.
¿Qué tan grande es la empresa que ahora tienes en mente?
No le podemos culpar. Casi hasta podríamos decir que es comprensible: los cientos de años de colonialismo pesan todavía en muchos de nosotros, y se refleja hasta en nuestra tensión corporal. Algo similar ocurre con los jugadores mexicanos pierden por penales. Pero tampoco podemos ser autocondescendientes y justificar estas circunstancias como un destino inevitable.
Justamente el día del partido, el prestigiado gurú de mercadotecnia Al Ries escribe en Adage.com que la pregunta más frecuente que le hacen en sus conferencias y seminarios es ¿Qué reglas especiales tiene para las pequeñas empresas? Ries dice que su respuesta es siempre la misma: no hay reglas.
Para el gurú los 23 millones de pequeños negocios estadounidenses –y los casi tres mexicanos, que yo apunto- permanecerán pequeños. “Es un tema psicológico –escribe-. Si tu piensas en tu negocio como un pequeño negocio –y si buscas ideas y conceptos que ayuden a pequeños negocios- te mantendrás siempre como un pequeño y relativamente no rentable negocio”
Sin embargo, Al Ries termina su artículo con 2 reglas -que decía no tener y que siempre si tuvo- para las pequeñas empresas:
1. Pensar en grande. Si eres pequeño y quieres permanecer pequeño, piensa pequeño. Si eres pequeño y quieres ser grande, piensa en grande.
2. Sigue las leyes de la mercadotecnia. Si eres una pequeña empresa no irás a ningún lado a menos que sigas las leyes de la mercadotecnia. Si eres una empresa grande con recursos enormes, puedes violar con frecuencia las leyes y seguir adelante.
Es verdad, la mayoría de los pequeños empresarios pensamos en pequeño y justificamos nuestras carencias basados precisamente en nuestra pequeñez. No nos imaginamos nuestras marcas al lado de las grandes y por ello ni siquiera invertimos en ellas. Lo mismo ocurre con la apariencia de las oficinas, con la papelería corporativa, con las presentaciones de ventas. Ni que decir de sentarse unas horas para definir una estrategia. Podríamos argumentar falta de recursos, pero quizá sea más autocomplacencia.
Si pensamos en pequeño, nos alegraremos de pequeñas victorias, como el festejo por el primer triunfo del equipo mexicano. ¿Por qué se festeja tanto? Esto ya se ha logrado antes. ¿Es por qué, como mexicanos, tememos que los jugadores no son capaces de superarse a sí mismos? Una cosa es reconocer que somos pequeños y otra es conformarnos con triunfos pequeños.
¿Qué tan grande es la empresa que ahora tienes en mente?
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