Un ciudadano setentero relata la siguiente historia:
En mi temprana adolescencia, después de ver la película de Romeo y Julieta, me dio por tener un peinado a la Príncipe Valiente. Para lograr mi objetivo contraté un fabuloso e incondicional “equipo de campaña” (mi hermana y dos primas) que debían encargarse de mi imagen pública. Hicieron todo lo que su imaginación y experiencia les permitió para lograr que mi cabello negro, grueso y ondulado, fuera castaño, lacio y ligero. Pero nada les resultaba, mi “look” no era natural, mis amigos se burlaban, las chicas ni me miraban y mi abuela –algo así como el cerebro del equipo de campaña- nos veía y se reía de todos nosotros. Siempre me repetía la misma frase “de la moda, lo que te acomoda”
Yo ni la pelaba, ni le entendía, pero una mañana apareció en mi cama una revista sobre Carlos Santana y mi mundo cambió. Corrí al punto de reunión de mi “equipo de campaña” y el objetivo se logró, casi de forma natural. Ese día no lo olvidaré pues mis amigos, acostumbrados al peinado tipo “soldado” de la secundaria, no daban crédito a lo que veían: una mata de pelos tipo bola de billar que era la envidia de propios y extraños. Esa misma tarde al ver la sonrisa de mi abuela comprendí quien había colocado sobre mi cama la inspiradora revista.
Por supuesto que jamás pensé que los culpables de mi primer fracaso fuera mi “equipo de campaña”, ellas sólo querían complacerme, pero yo pedía un imposible. Todo quedo claro cuando les pedí algo que podían hacer y lo hicieron muy bien.
Me pregunto –continua el ciudadano de los 70- si lo que necesita Calderón no es cambiar a su equipo, si no una abuela como la mía
En mi temprana adolescencia, después de ver la película de Romeo y Julieta, me dio por tener un peinado a la Príncipe Valiente. Para lograr mi objetivo contraté un fabuloso e incondicional “equipo de campaña” (mi hermana y dos primas) que debían encargarse de mi imagen pública. Hicieron todo lo que su imaginación y experiencia les permitió para lograr que mi cabello negro, grueso y ondulado, fuera castaño, lacio y ligero. Pero nada les resultaba, mi “look” no era natural, mis amigos se burlaban, las chicas ni me miraban y mi abuela –algo así como el cerebro del equipo de campaña- nos veía y se reía de todos nosotros. Siempre me repetía la misma frase “de la moda, lo que te acomoda”
Yo ni la pelaba, ni le entendía, pero una mañana apareció en mi cama una revista sobre Carlos Santana y mi mundo cambió. Corrí al punto de reunión de mi “equipo de campaña” y el objetivo se logró, casi de forma natural. Ese día no lo olvidaré pues mis amigos, acostumbrados al peinado tipo “soldado” de la secundaria, no daban crédito a lo que veían: una mata de pelos tipo bola de billar que era la envidia de propios y extraños. Esa misma tarde al ver la sonrisa de mi abuela comprendí quien había colocado sobre mi cama la inspiradora revista.
Por supuesto que jamás pensé que los culpables de mi primer fracaso fuera mi “equipo de campaña”, ellas sólo querían complacerme, pero yo pedía un imposible. Todo quedo claro cuando les pedí algo que podían hacer y lo hicieron muy bien.
Me pregunto –continua el ciudadano de los 70- si lo que necesita Calderón no es cambiar a su equipo, si no una abuela como la mía
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