Una Europa enferma pero necesaria

Durante toda mi formación profesional, las ideas, las teorías, los libros que leía y las películas que me gustaban provenían de Europa. Claro, si había uno que otro autor norteamericano, pero desconfiábamos de su objetividad científica debido al fuerte apoyo que recibía la ciencia de las empresas privadas, por supuesto estoy hablando sólo de las ciencias sociales.

En ese entonces el pensamiento europeo nutría mis no sólo mis valores, principios y convicciones, también mis gustos relativos al entretenimiento: el fútbol soccer, los autos estándar pequeños y veloces, el modo de vestir, los aromas personales y los sabores de la cocina, el vino tinto, la literatura y hasta mis gustos musicales.

Sin que me importara, ese enorme cauce de conocimiento por la verdad y por la expresión, comenzó a decrecer. Empezó con una maniobra comercial de las empresas norteamericanas de distribución de películas. Una estrategia comercial que seguramente dejó mucho dinero, pero que nos privó del cine de autor. Proyectos sin presupuesto en donde lo más importante era la historia que se narraba y no los efectos especiales.

Luego fue el conocimiento. El mundo se conectó aún más, los países abrieron sus fronteras y de pronto fueron ilegales las traducciones que se hacían en algunos diarios y revistas locales. El dinero asomó la nariz y el flujo de conocimiento se interrumpió. En la mayoría, esta información formadora de pensamiento, se sustituyó por otra ligera, insulsa sin investigación ni reflexión. Hay excepciones, pero el modelo editorial paga tan mal a los pensadores que cada vez hay menos personas que decidan dedicar su vida sólo a la creación del conocimiento, sin una fuente de ingresos que pague el gas, la luz y le educación de los hijos que ahora debe de ser en escuelas privadas.

Pero no hubo tiempo para lamentarlo. Llegó internet y un nuevo flujo de conocimiento se abrió, éste si inagotable, variado y que requería de mucho esfuerzo de búsqueda para encontrar el valioso. Los autores norteamericanos ganaron fuerza, pero no fueron los únicos, internet es global y muchas otras latitudes fueron también relevantes. Internet permitió que no fueran las empresas las que decidieran que información recibiría la gente, los individuos podríamos buscar la propia.

Tengo que confesar que aunque lo echara de menos, el pensamiento de Europa dejó de importarme. Hay tanto que aprender y descubrir en la red que nunca tuve mucho tiempo para pensar por él. Además de que cada vez era más lejano e inaccesible.

Todo esto fue así hasta hace dos semanas, cuando me cité con un viejo amigo, de las épocas universitarias. Hablábamos por teléfono y fiel a sus costumbres me solicitó que nos viéramos en una librería. Y yo me sorprendí al no recordar donde estaba. “Espera –le dije- déjame consultar Google Maps para ubicarla”. Mi amigo se rió y me dijo ahora que nos veamos te recomendaré un libro que habla de esa dependencia.

Lo hizo el libro se llama “Los bárbaros” de Alessandro Baricco. Mi amigo lo puso en mis manos y vi el precio: casi 500 pesos. Acostumbrado a los precios de Amazon, pensé que estaba carísimo. Pero terminé comprándolo y lo estoy leyendo. No debería dar una opinión sin haberlo terminado, pero esté autor me está deprimiendo. Habla de una Europa que parece no estarse adaptando –al menos desde su punto de vista- a los cambios provocados por el fenómeno de la globalización.

A los que se han podido adaptar al cambio les llama bárbaros. Resulta que yo soy uno de ellos. Me gusta el vino "resultón" que no requiere de iniciación para saborearlo, también el fútbol moderno en donde todos hacen de todo y no hay duelos personales, en donde se puede esperar que un defensa anote un gol y se le exige a un delantero que baje a defender. Y aunque no parezco tan bárbaro en materia de libros, tampoco me molesta que haya libros que no sean como los de antes. Cada quien lee lo que necesita.

Con esta teoría tengo la impresión de que Europa se siente amenazada, no sólo por la crisis económica, sino porque algo no está funcionado bien. Como explican en esta nota, es posible que Europa sea un continente enfermo. Sólo eso. Un mal momento que pasará cuando sus miembros se adapten a este nuevo mundo. La recuperación es necesaria, porque al menos para mí, su pensamiento me es sumamente necesario. Lo entiendo ahora.


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