Los organizadores de eventos se ven cada día más retados en lograr crecimiento en un nicho de negocio que aparenta tener poco crecimiento debido a que su formato no ha cambiado con el paso de los años.
Sin embargo, la oportunidad que representa para las empresas entrar en contacto cara a cara con sus clientes potenciales es algo que tiene mucho valor, pues es un paso muy cercano al inicio de un proceso de ventas. Así que aun cuando algunas ferias y exposiciones se vean obligadas a desaparecer y otras a duras penas subsisten, el negocio muestra señales de que sobrevivirá, sobre todo aquellos que logren mantener y convocar la asistencia de su público objetivo.
El reto es el “cómo”.
Desde las edecanes con largos escotes y faldas cortas, hasta los regalos, rifas y sorteos que se organizan en cada stand, ninguno de estos recurso parece que no dan el retorno de inversión adecuado. Esto se debe a que la mayor parte de las veces se pierde el enfoque, ya que la gente podría ir por el regalo o el entretenimiento visual, pero no precisamente para buscar oportunidades de negocio. Por obvio que parezca la clave está en que la oferta sea realmente de interés para el público asistente.
Y esto a veces tiene que ver con el estado de ánimo de los propios asistentes. En lugares en donde hay problemas económicos o de seguridad el entusiasmo por invertir está apagado, la asistencia es poca y las oportunidades de negocio se reducen a un muy limitado número de hombres de negocio muy visionarios y con control de sus emociones, o en algunos casos sólo invadidos por el optimismo.
Me parece que tanto organizares de eventos como expositores deberían de pensar mucho mejor sus modelos de comunicación en los eventos cara a cara, conocer mucho más a sus prospectos y prepararse con nuevas fórmulas creativas pero esencialmente atractivas para sus prospectos. La experiencia agradable con la marca es importante, por lo que interactuar con ellos con sorteos y regalos siempre va a dejar como saldo beneficios para la marca. Sin embargo este tipo de experiencia combinada con una atractiva propuesta de negocios, es sin duda la mejor opción.
Sin embargo, la oportunidad que representa para las empresas entrar en contacto cara a cara con sus clientes potenciales es algo que tiene mucho valor, pues es un paso muy cercano al inicio de un proceso de ventas. Así que aun cuando algunas ferias y exposiciones se vean obligadas a desaparecer y otras a duras penas subsisten, el negocio muestra señales de que sobrevivirá, sobre todo aquellos que logren mantener y convocar la asistencia de su público objetivo.
El reto es el “cómo”.
Desde las edecanes con largos escotes y faldas cortas, hasta los regalos, rifas y sorteos que se organizan en cada stand, ninguno de estos recurso parece que no dan el retorno de inversión adecuado. Esto se debe a que la mayor parte de las veces se pierde el enfoque, ya que la gente podría ir por el regalo o el entretenimiento visual, pero no precisamente para buscar oportunidades de negocio. Por obvio que parezca la clave está en que la oferta sea realmente de interés para el público asistente.
Y esto a veces tiene que ver con el estado de ánimo de los propios asistentes. En lugares en donde hay problemas económicos o de seguridad el entusiasmo por invertir está apagado, la asistencia es poca y las oportunidades de negocio se reducen a un muy limitado número de hombres de negocio muy visionarios y con control de sus emociones, o en algunos casos sólo invadidos por el optimismo.
Me parece que tanto organizares de eventos como expositores deberían de pensar mucho mejor sus modelos de comunicación en los eventos cara a cara, conocer mucho más a sus prospectos y prepararse con nuevas fórmulas creativas pero esencialmente atractivas para sus prospectos. La experiencia agradable con la marca es importante, por lo que interactuar con ellos con sorteos y regalos siempre va a dejar como saldo beneficios para la marca. Sin embargo este tipo de experiencia combinada con una atractiva propuesta de negocios, es sin duda la mejor opción.
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