En conversaciones que he tenido en estos últimos días con dos directivos de empresas diferentes que todos los días están metidos en estudios de mercados y en evaluaciones de conductas del consumidor, ambos han coincidido en un punto: el público es cada vez más crítico, cree menos en las propuestas comerciales de televisión, se informa más para comprar e investiga los mejores precios.
El hecho de que en estas conversaciones se toque este tema ha sido intencional de mi parte porque estaba interesado en saber como se está reflejando este fenómeno mundial que incluso está modificando la estructura de muchos negocios, como es el caso de la industria que se enfoca a un cada vez más escaso mercado medio.
A diferencia de lo que ocurre en otros temas, como la adopción de tecnología, en este caso el consumidor si está en sintonía con las tendencias mundiales y tanto empresarios, como mercadólogos y políticos tendrían ya que estar tomando nota de esta evolución.
Estos expertos en el mercado, me explicaron que a diferencia de recientes años anteriores ahora las ventas ya no pueden basarse en ofertas o descuentos, pues hay cierta insensibilidad a una mejora “aparente” del precio. Hoy el público exige entender por qué está más barato el producto y si la compra de esta oferta no le saldrá a mediano plazo más cara. Un bien , por ejemplo, cuya adquisición sea barata, pero que su mantenimiento o insumos sean demasiado costosos no se desplazará. La competencia ahora es por calidad del producto y en este sentido la experiencia de marca empieza a ser un activo predominante.
Si esta tendencia la aplicamos a la política, las cosa se pone interesante (Aunque tengo que aclarar que esto ya es de mi cosecha, pues las personas con las que hable sólo se ocupan del consumidor). En primer lugar toda las campañas serían un gasto inútil, pues resultaría que el elector no cree en ellas. En segundo lugar la experiencia en la marca (en este caso personal o de partido) son fundamentales par la fidelidad a ella.
Demasiado bueno para ser cierto. Si un político y su partido tienen un buen desempeño, es decir ofrece una inmersión de la experiencia de marca apropiada y positiva, entonces tendrá el apoyo de los beneficiados para su siguiente escalón en su carrera política. Ya no sería necesario promover el voto del miedo, ni el del revanchismo social.
Bueno, pues si de esperar se trata, lo haremos esperanzados.
El hecho de que en estas conversaciones se toque este tema ha sido intencional de mi parte porque estaba interesado en saber como se está reflejando este fenómeno mundial que incluso está modificando la estructura de muchos negocios, como es el caso de la industria que se enfoca a un cada vez más escaso mercado medio.
A diferencia de lo que ocurre en otros temas, como la adopción de tecnología, en este caso el consumidor si está en sintonía con las tendencias mundiales y tanto empresarios, como mercadólogos y políticos tendrían ya que estar tomando nota de esta evolución.
Estos expertos en el mercado, me explicaron que a diferencia de recientes años anteriores ahora las ventas ya no pueden basarse en ofertas o descuentos, pues hay cierta insensibilidad a una mejora “aparente” del precio. Hoy el público exige entender por qué está más barato el producto y si la compra de esta oferta no le saldrá a mediano plazo más cara. Un bien , por ejemplo, cuya adquisición sea barata, pero que su mantenimiento o insumos sean demasiado costosos no se desplazará. La competencia ahora es por calidad del producto y en este sentido la experiencia de marca empieza a ser un activo predominante.
Si esta tendencia la aplicamos a la política, las cosa se pone interesante (Aunque tengo que aclarar que esto ya es de mi cosecha, pues las personas con las que hable sólo se ocupan del consumidor). En primer lugar toda las campañas serían un gasto inútil, pues resultaría que el elector no cree en ellas. En segundo lugar la experiencia en la marca (en este caso personal o de partido) son fundamentales par la fidelidad a ella.
Demasiado bueno para ser cierto. Si un político y su partido tienen un buen desempeño, es decir ofrece una inmersión de la experiencia de marca apropiada y positiva, entonces tendrá el apoyo de los beneficiados para su siguiente escalón en su carrera política. Ya no sería necesario promover el voto del miedo, ni el del revanchismo social.
Bueno, pues si de esperar se trata, lo haremos esperanzados.
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