El pensamiento positivo entre la realidad y la fantasía

La politóloga Judith Carrera escribe en El País, una interesante reflexión sobre el libro de Barbara Ehrenreich “Sonríe o muere: la trampa del pensamiento positivo”, en el que se hace una importante crítica al optimismo no razonado del que espera lo mejor simplemente porque se tiene la actitud adecuada.

El pensamiento positivo sin bases, que niega la realidad y concentra en el individuo la capacidad absoluta para lograr lo que desea, niega la posibilidad de la empatía y la solidaridad, lo que da por resultado un sistema que no se mejora al no ser cuestionado.

Sin duda este optimismo “ultra” no logra los resultados que promete, a pesar de lo que afirmen los promotores de la ley de la atracción y propuestas similares. No se puede cruzar un río, sólo pensando que, si tenemos la actitud adecuada, se creará un puente. La verdad es que hay que construirlo y eso es la parte no publicitada del optimismo: requiere de trabajo y no nada más buenas intenciones.

Este tipo de pensamiento positivo es un extremo del optimismo que se asienta en el terreno de lo ilusorio y que por consecuencia es insano. Hace unas semanas alguien me preguntaba cómo reaccionar positivamente ante un amor imposible en donde el ser amado no correspondía con el mismo sentimiento. “Ese no es un amor imposible –le dije- eso es una fantasía, el amor es una energía que va adquiriendo fuerza en la medida en que se comparte”. Lo sano en una circunstancia así es reconocer que no se puede sostener una relación de pareja con sólo un miembro que le interese. Lo mismo ocurre con el ingreso, las 
enfermedades y cualquier otro sueño que se tenga en la vida.

De hecho recientemente la revista «Nature Neuroscience» ha considerado este tipo de optimismo como una difunción de los lóbulos centrales y que se puede reconocer muy fácilmente cuando una persona niega los hechos negativos y escapa de la realidad con argumentos rosas. 

Sin embargo el extremo contrario al ultra optimismo es, obvio, el pesimismo crítico. Es mucho menos difícil equivocarse cuando se señalan defectos o problemas, pero no se hace nada para corregirlos. El pesimismo aborta cualquier iniciativa, oscurece el medio ambiente, provoca el Síndrome de los Hermanos Macana (ya explicado) y oscurece el medio ambiente; matando cualquier posibilidad de cambio para mejorar. Algo así como:  “No me enamoraré porque tu podrías no amarme, así que mejor te odio”.

En este caso, la palabra justo medio ayuda muy bien a explicar lo que se podría definir como un optimismo racional y que es muy practicado por los empresarios exitosos. Primero se hace un reconocimiento y análisis de la realidad y con base en eso se construyen objetivos que sin duda son optimistas. De este modo se corre un riesgo calculado: “Nos amaremos, con la conciencia de que puede ocurrir que esto acabe y que nos dolerá”.

El optimismo es, finlmente  una parte importante de la salud humana, pues la incrementa, como se puede leer en el siguiente vínculo.



El cerebro rechaza los pensamientos negativos - Terra Perú:

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Comentarios

Vaya que articulo tan interesante, creo que hay mucho para aprender en este blog.

Un aporte tan valioso,

Un abrazo Gustavo,
Muchas Gracias Eloy por tus comentarios.Saludos