Razones por las que la publicidad y la mercadotecnia deberían cambiar

Si a los demás les pasa lo que a mí, la mercadotecnia, el discurso político y la publicidad tendrá que reconsiderar seriamente sus prácticas pavlovianas en sus mensajes, pues me parece que ya no están funcionando y que incluso tienen un efecto adverso:

-Si un político dice que todo está bien, me preocupo porque pienso que algo está pasando para hacer una declaración así
-Si un comercial destaca un atributo emocional, desconfío del valor real del producto
-Si un comercial destaca un atributo racional, desconfío de la calidad del producto
-Si me llega un mailblast por correo electrónico, lo borro, nunca me interesa lo que dicen, aun cuando estoy planeando comprar algo
-Cuando por alguna extraña ocasión llego a presenciar anuncios de televisión de radio tienen el efecto de bloquear mi atención y dirigirla hacia otra parte, a menos que la imagen de la chica me atraiga, entonces sólo pienso en ella, nunca recuerdo que anuncia.
-Si alguien toca a mi puerta o me busca para venderme una red de multinivel, le interrumpo su discurso y les doy las gracias.
-Si una marca insiste en querer venderme algo, especialmente por telemaketing, llegan a irritarme a tal grado que empiezo a hablar mal de ella con mis amigos y conocidos.
-Es peor todavía si quien llama es un político con mensaje pregrabado, aunque me caiga bien me irrita tanto su invasión a mi intimidad que quisiera denunciarlo, pero parece que no es una práctica que esté prohibida (debería)
-Las revistas impresas en general me dan la impresión de tener información obsoleta, incluso cuando están en los anaqueles de venta. Lo mismo me ocurre con los diarios impresos. Y empiezo a sentir en ocasiones lo mismo con los noticiarios de la radio.

¿Qué hago entonces cuando quiero comprar algo?

Mi primera reacción es buscar opciones en internet, en este momento si estoy dispuesto a poner atención al discurso comercial para el producto en cuestión. Si la compra es importante, también busco opiniones contrarias, especialmente me interesan aquellas que afectan la reputación de la marca. Cuando las encuentro las leo cuidadosamente y analizo si el que hace el reclamo es una persona con información y seria y si el tipo de reclamación está dentro de mi rango de interés, por ejemplo, los tiempos de entrega. Debo confesar que me tranquiliza ver reclamaciones, especialmente si la forma de manejarlas de la marca es adecuada. Si la compra es todavía más relevante, entonces también pregunto a amigos y conocidos cuando tengo la oportunidad de verlos cara a cara, o si es necesario, incluso les llamo por teléfono para conocer su punto de vista.

Quienes influyen en las marcas son mis amigos o colegas de negocios. Por ejemplo si me subo a un auto de una marca que no conozco, le pregunto a su dueño su experiencia y opinión, esto influirá para considerarla como opción en mi compra futura, lo mismo ocurre con gadgets, libros, restaurantes , servicios bancarios y sitios turísticos. Esto siempre ocurre en el mundo físico, no en el virtual y tienen especial influencia sobre mí las personas que respeto por su criterio y conocimiento.

Las redes sociales tienen para mí una función informativa, me entero, por este medio, de nuevos servicios, productos, lugares de interés para visitar, libros, espectáculos, noticias especializadas, tendencias de pensamiento y opinión. En ocasiones alguien comenta películas o libros, pero como el conocimiento de la persona que hace esa recomendación es limitado, no la tomo mucho en cuenta. Las recomendaciones de foursquare me son totalmente irrelevantes por la misma razón, aunque de vez en cuando algunos sitios me llaman la atención, quizás en un futuro se vuelva una opción para toma de decisiones.

Quizás yo no sea un buen ejemplo para tomarlo como referencia, pero hay estudios que indican que por ahí va la tendencia de consumo. Si esto es así las marcas, deberían estar apresurándose en cambiar totalmente sus discursos y formas de contactar a su target. Me parece que no es así, más bien se parecen a la administración de Obama, inyectar más y más recursos para lograr resultados, aunque la gente se fastidie. Todo esto por no querer afrontar la realidad.

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