Ya son muchas las señales que indican el descontrol que está causando en gente tener acceso a tanta información y contactos. Unos pensadores alertan sobre nuestra capacidad de leer que se pierde con internet, otros sobre el estrés que causa tener demasiados contactos en Facebook, otros más sobre el fenómeno de la insignificancia que está causando el popular mundo globalizado.
¿Qué tanto debemos preocuparnos? Adam Gopnik en The New Yorker dice que esta confusión de las nuevas tecnologías no es novedad. Siempre ocurre cuando irrumpen en la sociedad. Nuestra confusión es la confusión de siempre, escribe en un artículo muy recomendable. De otro modo, Karl Sagan en su libro Los Dragones del Edén ya había comentado también la forma en como la gente se opone a las nuevas tecnologías, como ocurrió con la escritura por ejemplo.
Así que no estamos viviendo un fenómeno nuevo en cuanto a confusión por la información. Sin embargo si estamos ante un fenómeno que podríamos aprovechar de un modo muy ventajoso para cada uno de nosotros, si aplicamos la inteligencia que construyeron nuestros ancestros.
El propio Gopnik nos da la pista: “El proceso cognitivo es un flujo de información, la memoria, planos, y los movimientos físicos, en los que el pensamiento va aquí para allá. Si la televisión produjo la aldea global, Internet produce la conciencia mundial: todo el mundo introducido como una neurona, de modo que a los ojos de una observación desde Marte somos realmente parte de un cerebro planetario único”
El proceso de conocimiento no es personal, se entrelaza con las personas que nos rodean de forma cotidiana. Nuestros recuerdos se entremezclan con quienes nos rodean, de modo tal que percibimos y reconocemos el mundo a través de lo que conversamos con la gente con la que estamos en contacto, como lo explica Dunkan Watts cuando explica la mecánica del mundo pequeño, de lo que ya hablamos anteriormente.
¿Qué significado tiene que el conocimiento se entrelace con nuestros contactos? A mí me parece que las redes sociales le dan mucho sentido si se utilizan adecuadamente. Twitter usado como una red de conocimientos para compartir información con gente de todo el mundo, es un concepto fascinante; un mundo pequeño disperso en el planeta unido sólo por lazos virtuales de entrelazamiento cognitivo. Una red de contactos profesionales que discuten temas de alto nivel en LinkedIn, talentos profesionales que comparten conocimientos para reforzar sus prácticas profesionales en las empresas. Facebook como una red social informal para estar enterados de lo que ocurre con nuestros amigos importantes sin importar distancias ni coordinación de tiempo, o para dialogar con las marcas de forma personal, conociendo lo que ofrecen y teniendo en nuestras manos el poder da aprobar o desaprobar el papel que proponen jueguen sus productos o servicios en nuestras vidas. Foursquare para trasmitir nuestras experiencias de marca con otros. El mundo en que vivimos es la puerta hacia una omnipresencia insospechada.
La clave es aprovecharlas adecuadamente y esto es un trabajo personal, cada quien decide si quiere hacer de su vida virtual una poder superior de información, conocimiento e influencia, o una vida caótica, desordenada en donde nos sentimos insignificantes.
¿Qué tanto debemos preocuparnos? Adam Gopnik en The New Yorker dice que esta confusión de las nuevas tecnologías no es novedad. Siempre ocurre cuando irrumpen en la sociedad. Nuestra confusión es la confusión de siempre, escribe en un artículo muy recomendable. De otro modo, Karl Sagan en su libro Los Dragones del Edén ya había comentado también la forma en como la gente se opone a las nuevas tecnologías, como ocurrió con la escritura por ejemplo.
Así que no estamos viviendo un fenómeno nuevo en cuanto a confusión por la información. Sin embargo si estamos ante un fenómeno que podríamos aprovechar de un modo muy ventajoso para cada uno de nosotros, si aplicamos la inteligencia que construyeron nuestros ancestros.
El propio Gopnik nos da la pista: “El proceso cognitivo es un flujo de información, la memoria, planos, y los movimientos físicos, en los que el pensamiento va aquí para allá. Si la televisión produjo la aldea global, Internet produce la conciencia mundial: todo el mundo introducido como una neurona, de modo que a los ojos de una observación desde Marte somos realmente parte de un cerebro planetario único”
El proceso de conocimiento no es personal, se entrelaza con las personas que nos rodean de forma cotidiana. Nuestros recuerdos se entremezclan con quienes nos rodean, de modo tal que percibimos y reconocemos el mundo a través de lo que conversamos con la gente con la que estamos en contacto, como lo explica Dunkan Watts cuando explica la mecánica del mundo pequeño, de lo que ya hablamos anteriormente.
¿Qué significado tiene que el conocimiento se entrelace con nuestros contactos? A mí me parece que las redes sociales le dan mucho sentido si se utilizan adecuadamente. Twitter usado como una red de conocimientos para compartir información con gente de todo el mundo, es un concepto fascinante; un mundo pequeño disperso en el planeta unido sólo por lazos virtuales de entrelazamiento cognitivo. Una red de contactos profesionales que discuten temas de alto nivel en LinkedIn, talentos profesionales que comparten conocimientos para reforzar sus prácticas profesionales en las empresas. Facebook como una red social informal para estar enterados de lo que ocurre con nuestros amigos importantes sin importar distancias ni coordinación de tiempo, o para dialogar con las marcas de forma personal, conociendo lo que ofrecen y teniendo en nuestras manos el poder da aprobar o desaprobar el papel que proponen jueguen sus productos o servicios en nuestras vidas. Foursquare para trasmitir nuestras experiencias de marca con otros. El mundo en que vivimos es la puerta hacia una omnipresencia insospechada.
La clave es aprovecharlas adecuadamente y esto es un trabajo personal, cada quien decide si quiere hacer de su vida virtual una poder superior de información, conocimiento e influencia, o una vida caótica, desordenada en donde nos sentimos insignificantes.
Comentarios