Durante el tiempo que llevo vendiendo soluciones de comunicación a empresas, la necesidad básica de sus directivos no cambia: ampliar su mercado. Sus preguntas son las mismas, lo que han cambiado son mis respuestas.
Y esto es así, aunque me pese. El reto de la comunicación comercial es cada vez más complejo. Lo que antes se lograba con un solo anuncio en una revista especializada, hoy requiere de mucho más creatividad, esfuerzo y métricas. Las razones que explican este cambio es en primera instancia muy democrática: la evolución de las tecnologías permite impresiones de calidad en tiros cortos, mayor disponibilidad de información y de medios para capturarla con calidad (sólo antes alcanzada por costosos equipos), posibilidades de comunicación en muchas direcciones y otras más que seguramente en este momento no recuerdo. Todo esto ha derivado en un consumidor con mayor disponibilidad de información -lo que no quiere decir que esté bien informado- y con el poder de desarrollar o bloquear una marca, producto o servicio en la punta de sus dedos.
Lo importante es que aunque las respuestas a las necesidades de comunicación comercial han cambiado, este cambio ha sido en su área visible, es decir en su parte dominante, la que abarca la forma, presentación y cualquier otro elemento visible. Sin embargo, la esencia, la parte determinante no ha cambiado: las necesidades por las que un cliente se acerca a una marca sigue siendo las mismas: necesidades emocionales, mucho más poderosas que todas las razones que tenga para no comprar el producto o servicio. Al final con Internet o sin ella, con tecnolgías o no, los seres humanos seguimos siendo esencialmente los mismos.
Esto no hay que olvidarlo, las marcas que ganan participación, saben mucho de esto.
Y esto es así, aunque me pese. El reto de la comunicación comercial es cada vez más complejo. Lo que antes se lograba con un solo anuncio en una revista especializada, hoy requiere de mucho más creatividad, esfuerzo y métricas. Las razones que explican este cambio es en primera instancia muy democrática: la evolución de las tecnologías permite impresiones de calidad en tiros cortos, mayor disponibilidad de información y de medios para capturarla con calidad (sólo antes alcanzada por costosos equipos), posibilidades de comunicación en muchas direcciones y otras más que seguramente en este momento no recuerdo. Todo esto ha derivado en un consumidor con mayor disponibilidad de información -lo que no quiere decir que esté bien informado- y con el poder de desarrollar o bloquear una marca, producto o servicio en la punta de sus dedos.
Lo importante es que aunque las respuestas a las necesidades de comunicación comercial han cambiado, este cambio ha sido en su área visible, es decir en su parte dominante, la que abarca la forma, presentación y cualquier otro elemento visible. Sin embargo, la esencia, la parte determinante no ha cambiado: las necesidades por las que un cliente se acerca a una marca sigue siendo las mismas: necesidades emocionales, mucho más poderosas que todas las razones que tenga para no comprar el producto o servicio. Al final con Internet o sin ella, con tecnolgías o no, los seres humanos seguimos siendo esencialmente los mismos.
Esto no hay que olvidarlo, las marcas que ganan participación, saben mucho de esto.
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