Lecciones finales de la mercadotecnia política

Independientemente de que los resultados que conocemos ahora de las elecciones sean definitivos o que vayan a cambiar, es posible obtener ya algunas conclusiones desde el punto de vista de la mercadotecnia de las recién concluida campaña presidencial.

Los que perdieron: indudablemente el equipo de López Obrador. Y no por que le falten 500 mil votos para ganar, si no porque siempre estuvo arriba de la preferencia del público y no supo mantenerse en esa posición. Lo esperable era que sus votos debieron haber sido contundentes y que no que se estuvieran peleando por el 1.5% de los votos. Su propaganda política falló. Desde mi punto de vista intentó ser primero muy sincera y racional y entró muy tarde y un poco desenfocados al manejo de las emociones. La gente está cansada de la deshonestidad de los políticos, pero llevamos viviendo milenos con ese mal y la fama de los perredistas no eran ninguna garantía de honestidad. Desde mi punto de vista les faltó marketing, es decir conocer, entender, trasmitir y entregar valor al electorado. Dirigirse y dar certidumbre a los que no creían en él. Aún si lograra revertir los resultados, su propaganda política fracasó por ausencia de mercadotecnia.

Los que ganaron. Los panistas son ganadores porque vinieron de menos a más, aun cuando en los próximos días los resultados les fueran adversos. Echaron mano de todo lo que tuvieron a su alcance y lograron obtener el apoyo popular de todas las clases sociales. Entendieron que la gente, por poco que tenga, ama su patrimonio y no lo quieren perder. Entendieron que en tiempos difíciles el temor es un factor fundamental en la toma de decisiones, sabían que los instintos básicos de supervivencia regulan las decisiones y las supieron aprovechar. No sólo hicieron marketing político, emplearon todas las técnicas conocidas de las campañas negras y de la guerra simbólica y la gente los prefirió.

Esto no quiere decir que hayan entendido, trasmitido y entregado valor al cliente. Si lo hicieron fue muy poco. Por lo que he conversado con la gente que votó y que se caracteriza por participar poco de política, no votaron por las propuestas de Calderón, si no mmás bien votaron para que López Obrador no ganara y llevará al país al desastre económico. Aunque esto tendrán que explicarlo las encuestas, este es el punto central del tema. En un sitio como éste dedicado a temas de mercadotecnia, las preferencias políticas no cuentan. Lo que debe prevalecer es la utilidad de las herramientas de mercadotecnia y desde esta perspectiva no creo que el famoso equipo de “contraste” deba ser felicitado por estos resultados.

La mercadotecnia “científica, sofisticada y técnica” de Calderón logró sus resultados a costa de amenazar con que el electorado podría perder más si votaban por el contrario. Es sofisticada, es técnica y dolorosamente, también es científica, pero no se puede aplaudir a quien para ganar creó un antecedente nefasto que hace daño tanto a la política como a la mercadotecnia. Dejando la defensa de la política a los políticos, el problema se queda en la mercadotecnia. Ya en otro espacio hablábamos de que este éxito pudiera contagiarse a otros ámbitos como el comercial. Una mercadotecnia que se enfoque a ganar participación de mercado a costa de dañar la reputación del mercado será bastante dañina para el competidor en el corto plazo, pero lo será más para el mercado en el mediano plazo. Seguiría prevaleciendo una mercadotecnia de guerra, que tendría como opositores a muchos genios de la guerrilla marketing para hacer del consumidor un botín.

Lo más probable es que este contagio se dé y que los miembros de este equipo de “contraste” se conviertan en héroes que serán llevados a las cámaras de televisión y a los micrófonos de radio para que hablen de sus genialidades “científicas, sofisticadas y técnicas”. Tendré que aprender a vivir con eso. Pero tengo la esperanza de que habrá muchos empresarios del “Océano Azul” que saquen provecho de este posible deterioro para que presenten propuestas comerciales que vean al cliente no como un botín, si no como un sujeto respetado y amado.

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