Empresas medianas, no mediocres


Fuente IDC México

El término PyME envuelve a una inmensa cantidad de empresas muy diferentes entre sí, que vale la pena diferenciar para que dejemos de pensar en los famosos “changarros” definidos por Fox.

No es lo mismo un taller de hojalatería y pintura con 15 trabajadores y una sola computadora con acceso a internet via modem, que una empresa de importación con 10 empleados y una computadora con acceso a internet de alta velocidad y línea telefónica por cada uno de ellos.

Si esto aplica a las pequeñas empresas es aún más grande cuando se habla la empresa mediana, que puede tener entre 100 y 1000 empleados. En México hay un poco más de 15 mil de estas empresas y quizá representen la fuerza empresarial más importante del país, pues muchas de ellas no pertenecen a grandes corporativos y no son pocas las que requieren de un proceso de institucionalización pues han crecido bajo las riendas apasionadas y caprichosas de sus dueños.

Este tipo de empresas tienen, según expertos mexicanos, todo lo necesario para sobresalir en el nuevo ambiente de negocios que está afectando todos los rincones del planeta: el consumidor cada vez más facultado para comprar lo que le gusta y no lo que está disponible en el mercado. Cada día también más informado para exigir mejores precios y una mayor transparencia en la cadena del valor que le permita ventajas en precio y calidad.

El liderazgo empresarial que pueden ocupar estas empresas es clave no sólo para su propio desarrollo, si no para el progreso nacional ya que pueden ser la punta de lanza de un proyecto nacional que si dé cabida al talento desperdiciado en México y que no está representado en la partidocracia que actualmente sufrimos en el país, el cual curiosamente no representa la vocación empresarial al estilo del romántico sueño del hombre de negocios que surge de la nada.

Mientras el partido de derecha erige a un candidato que se proyecta como el presidente del empleo generado por los grandes corporativos que invertirían en el país, el candidato de la izquierda ofrece un estado benefactor que cobijará a los más necesitados. Ninguno de ellos ofrece a los mexicanos que pertenecen a la amplia clase media urbana, que en muchos países ha sido el motor del cambio político y económico, un proyecto de desarrollo nacional que les permita integrase con entusiasmo por las posibilidades de crecimiento personal que la aplicación de este proyecto signifique.

Sin proyecto político que nos integre, la sociedad necesita crear a sus propios proyectos y a sus propios líderes que creen las esperadas oportunidades y los empresarios mexicanos -diferentes a los que aparecen en la lista de Fortune- podrían jugar este papel. Pero ellos también requieren de una visión un profesionalismo que rebasen los propios límites de su empresa y vaya más allá de las fronteras mentales del mercado nacional.

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