Mercadotecnia sin efecto FUD



Esta historia me la contaron. Desafortunadamente no por la creadora de la idea, si no de alguien que la escuchó y que le pareció conmovedora. Pero no estoy seguro si se apega al relato original.

En un día de verano, un anciano ciego pedía limosna al pie de una jacaranda en un concurrido parque. El anciano simplemente se sentó en el corredor y puso ante sí, en el piso, un pequeño letrero que decía “soy ciego”, esperando que la gente le diera limosna. Pero las personas que pasaban ante él ni siquiera lo miraban y mucho menos le obsequiaban centavo alguno.

Un mercadólogo (¿será?) que había estado viendo al ciego desde que llegó, observaba la inútil espera y movía la cabeza en gesto de desaprobación. Al fin de un buen tiempo el mercadólogo se acercó al ciego y sin decirle nada agregó al letrero, con llamativa tinta roja, la siguiente frase “Hoy tampoco podré ver las flores que sólo soy capaz de oler”. El mercadólogo sin decirle nada, volvió a ponder el letrero en el piso y se retiró.

El efecto fue inmediato, sólo se requería de ese pequeño cambio en la estrategia para que el ciego empezara a recibir limosnas, la gente ahora se compadecía de él y se detenía para regalarle algunas monedas.

Me imagino –hoy me siento con algo de humor negro- que los tan ahora multirequeridos mercadólgos partidarios del efecto FUD (Miedo, incertidumbre y duda ) habrían agregado. ¿Podrá usted mañana verlas?

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