Influir sin autoridad

Si usted ha tenido una mascota y ha logrado que al menos le obedezca una orden de manera repetida, constante e indudable. Felicidades, usted ha dado el primer paso hacia la persuasión. Habrá notado que su mascota le obedece mejor, es decir le da autoridad, cuando espera algo de usted, una recompensa, un obsequio, al menos una caricia motivadora. Habrá experimentado también que es más difícil lograr la obediencia a través del castigo, es decir, del autoritarismo, y que cuando una mascota le obedece por miedo, hay una especie de distancia entre la mascota y usted, que nunca desaparece.

De forma similar, pero de fondo más complejo funciona la persuasión entre seres humanos. Cuando obedecemos porque no nos queda otra alternativa, sólo esperamos la oportunidad de abandonar esa relación, jamás creemos en quien nos manda y la relación se corrompe con el tiempo. Pero cuando obedecemos cuando la persona nos ofrece algo a cambio, simbólico, psicológico o real, lo hacemos con entusiasmo y la relación se enriquece conforme los objetivos se van logrando.

Desde mi punto de vista nadie nace con cualidades persuasivas, son una especie de refinación de la civilización y se aprenden en los primeros años de la vida, en el seno familiar. Hay personas que desde temprana edad tienen enormes cualidades persuasivas y conforme pasan los años las perfeccionan.

Pero hay otras tendrán que aprenderlo en edad adulta, pues vivieron en el seno de una familia autoritaria. Y digo aprenderlo porque el autoritarismo cada vez tendrá menos espacios para subsistir. Ya pasaron los años en el que el autoritarismo insolente se practicaba en las escuelas, las instituciones públicas y las empresas. Hoy las empresas que quieren lograr que sus empleados se aboquen con entusiasmo a sus objetivos, requieren de líderes fuertes y comprometidos.

Si usted es de lo que requieren de aprender de modos y formas para ser persuasivo, empiece con sus compañeros de trabajo y con su jefe. Si es de los que tienen grandes capacidades de persuasión, inténtelo también. No hay nada más retador que lograr ser influyente sin autoridad alguna.

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