Imagen personal en entornos devaluatorios

Conocí a Isaac cuando sus condiscípulos le vieron venir y dijeron: “Vamos a hacerlo enojar”. Acto seguido uno de ellos le abrió la puerta a modo de gentil portero y otro se inclinó ante él y le dijo “Welcome to México, extranjero”. Isaac pasó ante ellos sin responder y se sentó con un gesto de molestia.

-¿De donde eres? –le pregunté

Isaac, me miró de frente, con su tez pálida, sus cejas rubias y su cabello ensortijado, prematuramente calvo para su edad. Desde sus labios enmarcados por una espesa barba surgió un enérgico grito:

-De México. Soy más mexicano que los huaraches

Y todos reímos al unísono.

Isaac es un claro ejemplo de la discriminación mundial. De origen judío y familia acaudalada. Decidió en su juventud no ocuparse de los negocios familiares y cultivar su espíritu creativo. Con indudable talento se dedicó al diseño gráfico y era un estudioso crítico y ávido lector. Quiso ser profesor universitario, pero nunca fue aceptado, no obstante su talento, calidad artística y profundo conocimiento, no encontró apoyo, quizá porque en una universidad con claras tendencias hacia el marxismo, su procedencia de familia adinerada despertaba sospechas. Después intentó probar su suerte en la siempre magnética ciudad de Nueva York.

Años después, regresó y me dijo: “Fui muralista monocromático”.” ¿De verdad?” –le pregunté impresionado. “Si, -respondió con una carcajada- de lo único que encontré trabajo fue pintando los departamentos de mis amigos”. Luego ya hablando en serio me explicó que había llegado hasta pensar en negar su origen mexicano. “Todo iba excelente con los neoyorkinos –me explicó- me trataban de maravilla, se interesaban por lo que les decía, les gustaba el trabajo que mostraba, pero cuando me preguntaban ‘Where are you from?’ su trato se enfriaba a grado tal que en ocasiones me iba sin despedirme”


A Isaac sólo le quedó el recurso de la iniciativa privada, la cual no había querido aprovechar. Le perdí la ruta hace años, pero no sería extraño que hoy sus clientes se quejaran de que es difícil hacer negocios con él porque “es judío”. Si esto le estuviera pasando ahora, le recomendaría que leyera cuidadosamente el artículo de Laura Morgan para administrar su imagen personal en entornos sociales “devaluatorios”

Es más. Todos deberíamos de leerlo, pues los hispanoparlantes “no cantamos mal rancheras” en cuanto a discriminación se trata. Ya no es sorpresa escuchar las noticias en torno los gritos discriminatorios a jugadores extranjeros en España. Ni dejan de producirse comentarios que cuestionan la capacidad de género de la nueva mujer presidente de Chile. En México el cómico Luis de Alba hace negocio con un test para medir “que tan naco eres.(Por cierto hay otro gratuito aquí)

El menospreciar al “otro” porque es diferente a nos-otros es una práctica que ejercemos quizá con demasiada frecuencia y que sólo cuestionamos cuando el “otro” es uno mismo. Hace unas semanas, le platicaba a una empresaria mexicana de mis negociaciones con una empresa de origen peruano:

-Cuidado, no vaya a expropiarte el negocio Evo Morales –comentó con ironía
-Pero la empresa de la que te hablo es peruana, no boliviana –le respondí
-No le hace –contestó- están cerca y ese Evo Morales se ve peligroso.

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